La gran mayoría de la población tiene comportamientos obsesivos o "manías", cuya palabra escribo entre comillas por ser un término coloquial, que en psicología se considera un trastorno que poco tiene que ver con conductas obsesivas.
Pero en este blog se habla "cristiano", con un lenguaje al alcance de todos, así que me voy a permitir utilizarlo refiriéndome a esas pequeñas obsesiones cotidianas, así nos entendemos todos.Pues eso. Algunos no, TODOS tenemos nuestras "manías". Conscientes o inconscientes. Grandes o pequeñas. Evidentes o secretas. Si te paras a pensar en los procesos que comprende tu conducta, sacarás algunas situaciones en las que sientes el impulso recurrente de hacer algo, pero tienes más, créeme, más "manías" que (todavía) desconoces o no sabes que tienes.
Algunas están relacionadas con el orden, otras con la perfección, otras con la emoción de miedo o asco. Son tantas y tan variadas que es bastante difícil clasificarlas.
Comprobar muchas veces al día si la vitrocerámica está realmente apagada, mirar el Whatsapp nada más despertarse, dejar el contador del microondas siempre al 0:00, no pisar las líneas de la acera sino el área interna, ordenar el armario de determinada manera o los libros por orden alfabético, morderse las uñas o romperse las puntas abiertas, abrir y observar la nevera veinte veces a pesar de ya haber visto que no hay nada por si de repente ocurriera un milagro y apareciera comida, mirarse en cada área reflectante que encontramos por la calle...
No pisar las líneas de la acera es una de las"manías" más frecuentes.
¿Te suena? Son innumerables los ejemplos que podría mencionar, seguro que se te están ocurriendo muchos otros que no están incluidos en la lista que acabo de enumerar. Todos son comportamientos ligeramente compulsivos que tiene todo ser humano y que en la mayoría de los casos no llegan a ser patológicos.De las manías al trastorno obsesivo-compulsivo
¿A partir de cuándo podemos decir que una manía es un trastorno psicológico?
Si bien ciertas "manías" son inofensivas y nos acompañan en nuestra vida cotidiana sin mayor interferencia -desde el punto de vista psicológico subclínicas o infraclínicas-, hay determinado grado en el que comienzan a afectar moderada o seriamente a las actividades de la vida diaria del individuo, impidiéndole realizarlas con normalidad. Esto genera malestar, sufrimiento y a largo plazo repercute negativamente en las relaciones laborales, sociales y familiares.
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