De vez en cuando, recibo algún mail de personas amables que leen mi blog y que me dicen un montón de cosas buenas respecto a mi trabajo en él. El último mail que he recibido también era así, pero además me contaba un relato triste y lamentablemente casi cotidiano, sobre la experiencia personal de alguien cuya identidad no revelaré en ningún caso. Sin embargo, sí le pedí permiso para sacar el tema en este post, porque cuando leí lo que me escribió, pensé que quizá haya más personas que leen mis letras y que pueden estar pasando por una situación similar. Y como la regla básica de este blog es compartir experiencias, para que cada uno se inspire y adapte a su propio aprendizaje, profesional, bloggero o vital, me pareció una buena idea compartirlo con todos. Gracias a la generosidad de esta persona por contarme su historia y permitir que la convirtiera en una entrada de este blog.
Lamentablemente, en este mundo hay personas que se creen con el derecho a decidir cómo debe sentirse una persona, cómo de guapa debe ser, cómo de humillada se tiene que mostrar y cuánto miedo debe tener. Hay personas, con una existencia tan aburrida, insípida y carente de amor, que piensan que hacer la vida imposible a otras personas les hará mejores, que molarán más, que serán más fuertes o más populares o más exitosos. Hay personas que pisotean al prójimo hasta tal punto de hacerle creer que así es como debe vivir, pisoteado. Pero esas personas, en ningún caso, conseguirán ninguna satisfacción real más allá de esa apestosa diversión momentánea, que no es más que una prueba evidente de que están absolutamente vacíos por dentro y que no tienen nada que aportar a los de fuera.
El acoso es una palabra fea y un acto más feo todavía. No tiene causa justificada, ni siquiera la envidia, que es una de sus principales razones de existir. La gente que acosa se siente pequeño e inferior y necesita que otros se sientan así o peor para poder aguantarse a sí mismos. Lo que no saben o quieren ignorar es que optar por dañar a los demás antes que por intentar superarse y ser mejores, no les llevará a nada y probablemente, a largo plazo, tengan lo que se merecen, que es ser infelices de por vida. La parte buena, para aquellos que lo sufren, es que al final todo pasa. Y generalmente la vida, por muy puta mala que nos parezca a veces, sabe recompensar a aquellos que ante todo fueron fuertes, buenas personas, no hicieron daño nunca a nadie y trabajaron duro por conseguir sus objetivos y por hacer realidad sus sueños.
Se me ponen los pelos de punta al pensar en la historia de la persona que me ha escrito un e-mail, como si me conociera, con una confianza y una generosidad infinitas. Me estremece pensar que hay alguien ahí, al otro lado de esta pantalla, que está sufriendo de esa manera. Porque este blog existe para que encontréis el camino hacia vuestra pasión, hacia vuestra felicidad y hacia vuestro talento y por eso no aguanto la idea de que alguien pueda estar haciéndote sentir inferior, y lo que es peor, hacerte creer que de verdad lo eres. Así que recuerda:
No estás sol@:
No te encierres en ti mismo, que no te dé vergüenza admitir que alguien te está haciendo sentir mal ni que eres víctima de cualquier tipo de abuso por parte de otra persona. Primero, habla. Habla con la gente más cercana a ti (o si todavía no estás preparado, escribe un e-mail a servidora. Dejo mi buzón abierto para ti). Hablar te ayudará a no convertir esa situación en tu realidad y a encontrar apoyos para no sentirte solo y desamparado. Y ante todo: no tengas miedo de denunciar cualquier acto violento que sufras tú o que esté sufriendo alguien de tu alrededor. Las malas personas se refugian en el silencio estupefacto que dejan sus actos. Si no hay silencio, no tienen donde esconderse.
Conócete:
Por muchos rumores falsos, insultos y mentiras cizañeras que haya pululando en torno a ti por culpa de otras personas, tú te conoces mejor que nadie y sabes que nada de lo que puedan decirte es cierto. Tú eres más que un mote, que un insulto o que un rumor. Eres más que un físico, que un defecto o que una habilidad. Siéntete orgulloso de ser quien eres y entérate de que vales millones sólo por no ser como ellos. No dejes que nadie cambie tu mentalidad y te haga creer que eres algo que no sientes ni quieres sentir.
Aléjate de la toxicidad de los cómplices:
Hay mucha gente que sin ser acosadora, se divierte sabiendo/viendo cómo otros acosan, da igual la forma, a los demás. Algunos incluso tienen la poca vergüenza de mostrar, por un lado, su cara amble y simpática a la persona que sufre el acoso y por otro, disfrutar, mofarse y reírse como el que más, cuando esa persona está siendo humillada. Por mucha amabilidad aparente que veas en esas personas, aléjate de ellas, échalas de tu vida: no son más que cómplices del mismo acoso y son gente tóxica. Mejor respira aire fresco con gente que te quiera de verdad, que te valore y que te trate como te mereces.
Te lo prometo, al final todo pasa:
Por muy mal que creas que van las cosas, por muchas ganas que tengas de mandarlo todo a la mierda, por muchas veces que hayas pensado en que lo mejor sería desaparecer, recuerda siempre que el tiempo pasa, que el mundo no deja de girar, y que al final, lo que hoy es un infierno, mañana no será más que un recuerdo que habrá hecho de ti una persona más fuerte y más buena. Educarás a tus futuros hijos en la creencia de que nadie es mejor que nadie y seguirás siendo la brillante persona que eres hoy, aunque ahora mismo no te sientas, ni de lejos, así.
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