La mañana del viernes se celebró en Barcelona la despedida de los restos de José Grau, en un acto al que acudieron unas 500 personas. José Grau procuraba hablar poco de sí mismo y señalaba a su maestro y Señor. Así como vivió quiso que fuese su entierro, una reunión que dejó planificada por escrito a su familia y más allegados para que fuese un acto de proclamación de Cristo y no un memorial sobre su vida.
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