En los últimos tiempos se han levantado voces contra este proyecto y contra mi propia persona. En un correo que acabo de recibir hace tan solo 15 minutos, me piden directamente, cito del correo: “Abandonar el blog y si no estás dispuesto a seguir defendiendo las ideas liberales derechistas que defendías, déjale el volante a otros”. Pobre idiota. Si por algo se me conoce es por jamás abandonar mi puesto de trabajo ni lo que me corresponde hacer en la vida. Aquí hay Alfredo para rato, me van a tener durante muchísimos años más mientras siga vivo. No habrá marcha atrás en este proyecto y no ha cambiado nada realmente. Los que ven “cambios” en este blog sencillamente no son conocedores de la historia ni tienen un buen nivel cultural sobre lo que significa el liberalismo. Claro, los temas van cambiando a lo largo de los años, también las respuestas, pero no así la idea fundamental que siempre he defendido en este proyecto: más libertad, más democracia, más justicia.
Nada de abandonos ni dimisiones. Estoy aquí porque es mi deber, porque lo exigen las ideas liberales y porque sirvo a mis lectores aquí. Aquí sigo, implacable y encorbatado, en defensa de los derechos humanos, de la libertad, de la razón frente a los dogmas, de la educación, de la cultura, de la lucha antiterrorista, entre tantos otros deberes. Realmente, poco ha cambiado en el ADN, pero sí, desde luego, hemos evolucionado mucho. Es un matiz importante. Es curioso que tanta gente incauta diga que “he cambiado” y que “ya no soy liberal de derechas” cuando acabo de regresar de una cena en la que había gente de todas las nacionalidades y los norteamericanos, entre otros grupos, no pararon de decirme que yo sí soy “como aquellos antiguos republicanos de los años 50 y 60″. Menudos “rojos”, ¿verdad? Todos sabemos lo “comunista” que era Eisenhower, ¿no? ¡Por no hablar de Reagan! Un peligroso sociatilla. Mira, si piensas en esos términos tan tan tan radicales, te digo esto: véte a la mierda, gilipollas. Aquí no tendrás cabida. Lo digo sin ningún reparo, sin ningún complejo, sin ningún rodeo. Te largas de aquí ya mismo.
Año tras año, este tiene más y más lectores. No ha habido un solo año de descensos desde el 2008 cuando lo abrí para hacerle frente a la intolerancia y a la anarquía del Instituto Juan de Mariana y otros grupos “liberales” (en nombre nada más) que abundan en España para engañar a la gente y esconder la verdadera esencia del liberalismo bien entendido. Desde mi punto de vista, no creo que me falte razón cuando digo que la batalla principal de este curso político será una batalla campal por la democracia y en qué sistema queremos vivir.
Pero hay un gravísimo problema que tiene la derecha liberal: falta de credibilidad, una sensación que le falta al respeto a los trabajadores y que no nos interesamos por ellos. Los dos partidos principales están caducados para mucha gente y dudo que exista incluso un 40% sólido que esté dispuesto en España a votar por ellos. Los dos partidos hoy, a diferencia de hace décadas, tienen que hacer de todo para intentar captar votos como sea. Carecen de cualquier autenticidad para hablar sobre sus representados y en consecuencia, han perdido muchísima autoridad para poder ejercer su liderazgo con confianza y apoyo.
Los socialistas más dogmáticos no paran de decir que los “liberales solo se interesan por los ricos”. Si eso fuera así, entonces los liberales jamás ganarían elecciones en estas épocas de sufragio universal, porque los ricos son por definición, una pequeña minoría. El Partido Laborista precisamente subestimó a Thatcher en los años 80 por ese motivo y no podían entender cómo ella era tan popular entre gente bastante pobre y de clase media baja también. Perdieron todas las elecciones de aquella década tan interesante para nosotros.
Pero yo creo que ahora sí es cierto que los liberales están en el lado equivocado de la historia, en el lado del privilegio de la división entre los que están cómodos y los que están pasándolo muy mal. De hecho, las cosas están tan mal que podriamos decir lo mismo sobre el PSOE. Se suponía que el “capitalismo estaba en crisis”. En consecuencia, al menos teóricamente debería el PSOE haber ganado más votos y seguidores. Quizá sí, pero esos votos irán al socialismo real de PODEMOS, liderado por el señor Pablo Iglesias.
Todo líder occidental que haya gozado de éxito y popularidad durante el último medio-siglo – Reagan, Thatcher, Blair, Clinton, John Howard en Australia, entendían algo que, a falta de una mejor frase, podríamos llamar “clase media-baja”. Entendían y a menudo representaban aquella mezcla pequeño burguesa de querer seguir en la lucha y a la vez ser feliz con lo que se tiene. Entendían que aspirar y amar la seguridad laboral o económica no estaban reñidos. Entendían que la clave para combinar la creciente prosperidad con la paz social descansaba sobre esta clase media-baja.
Por eso no pensaron que el “capitalismo” era un enemigo. Tampoco adoraban el capitalismo. Lo veían como un servicio para aquellos ciudadanos que buscaban representar y lo juzgaban en los resultados que tuviera. Si defendían el mercado libre, procedían de la derecha que odiaba los monopolios y los sindicatos. Si eran de izquierdas, defendían más industrias, más empleo protegido.
Claro, hay argumentos de sobre sobre quiénes fracasaron en estos intentos, pero no son relevantes aquí. Lo que sí es relevante es que la generación actual de líderes se criaron en una época privilegiada en la cual el capitalismo parecía tan exitoso que el único trabajo de un político era dividir el botín. Se dieron cuenta, demasiado tarde (¿2008 o 2010?) que esto no es así. Obama, Cameron, Miliband y muchos otros líderes occidentales parecen personas que quisieran apuntarse a una fiebre del oro y entonces, una vez alcanzan el pueblo de la suerte, no consiguen nada de nada. Son lo suficientemente inteligentes para saber esto, pero no tienen el instinto de experiencia en la vida.
Los socialistas actuales a menudo pecan de ser demasiado “profesoriales”, intelectuales. Identifican que hay un problema en España, pero no saben cómo resolverlo realmente. Luego está el típico socialista de nombre (que no de comportamiento) que se parece a los libegales españoles. Dicen “pos yo hablo con la gente normal y corriente y no veas cómo me han entendido y saben que entiendo sus problemas”. Suenan como alumnos de la escuela de idiomas jactándose de que la población local les entienden.
La derecha liberal también identifica problemas, pero tampoco ofrecen soluciones concretas ni correctas para el país. Creen que los problemas económicos son algo que “solo pasa para los más tontos” o para lo demás en general. Su mensaje es un “oh, qué mala suerte chaval, pero que te den que yo ya tengo lo mío”. Esta es precisamente la actitud de individuos impresentables como Juan Ramón Rallo. Él ya está enchufado, él ya cuenta con padrinos poderosos y por lo tanto le resulta muchísimo más fácil decir que los niños en España realmente no están desnutridos sino malnutridos. Estos libegales se limitan a pensar que los pobres solo deben depender de la caridad de los demás, que su deber moral, si es que tienen algún concepto moral absolutista, es ayudar a los pobres. Vaya. Qué majos. Mejor eso antes que hablar del sentimiento de precariedad absoluta que sienten las clases media-bajas. Eso exigiría pensar demasiado y no se está para la labor.
Vamos a ver si nos enteramos de una lección muy básica: en las cuestiones económicas, si NO ganamos, PERDEMOS.
Por mi parte, yo no me voy a limitar a identificar los problemas de España. Yo ya los he identificado junto a muchísimos otros hombres y mujeres que merecen MUCHO MÁS respeto y reconocimiento que yo, un simple escritor acomodado, sin compromisos en esta vida más allá de un deber político. Tengo una idea MUY CLARA de hacia dónde quiero que España vaya – en qué sentido ir, en qué destino, con qué objetivos y con una idea clara…más clara que las playas de Ibiza, de qué país quiero ver.
Durante los últimos siete años ya, los votantes occidentales se han dado cuenta que el capitalismo fue desastrosamente conducido por sus operadores, y que ha dejado de beneficiar a la mayoría. Cuando digo “capitalismo” entiéndase capitalismo como el que ha habido – un capitalismo clientelista, sujeto a intereses de amiguismos y corrupción. Nadie, aún, ha sabido qué respuesta dar a esto ni qué soluciones concretas proponer. Es más, directamente ni se habla del tema. Pues por aquí nos gusta hablar, nos gusta conversar. ¡Y tenemos mucho que decir! Seguiremos hablando del capitalismo, del fracaso sin remedio de la clase política occidental y de los problemas de la juventud y demás gentes golpeadas brutalmente por la crisis. Si lo que buscas es un blog lleno de lemas derechistas y argumentos facilones, te has equivocado de sitio. Aquí siempre vamos a defender la democracia, la libertad, los derechos humanos, el libre pensamiento, las ideas y la Constitución española de 1978. ¿No te gusta? No me importa. Más se perdió en Cuba.