En pleno barrio gótico, frente a la puerta de entrada al claustro de la catedral, está la Plaça Garriga i Bachs. Es una plaza muy pequeña con un monumento escultórico en medio y cuatro bancos a ambos lados, decorados en la parte del respaldo con mosaicos que explican que les ocurrió a los protagonistas del monumento.
Al ser un lugar muy turístico siempre está lleno de gente descansando en esos bancos sin prestar ninguna atención a lo que explican los cuatro mosaicos dispuestos a ambos lados del grupo escultórico. Siempre veo turistas allí sentados (o tumbados), con los pies molidos de tanto caminar, hidratándose el cuerpo con litros de agua, mapa en mano en busca de lugares interesantes para visitar. Pero lo que ellos no saben es que sus nalgas reposan sobre uno de esos lugares que les gustaría conocer.
El primero de los cuatro bancos, que me costó Dios y ayuda retratar sin gente sentada
Ese grupo escultórico y los cuatro mosaicos que lo acompañan explican que ocurrió en Barcelona cuando Napoleón entró en la ciudad, casi sin que nadie se le resistiera, en 1809. Digo casi porque hubo un pequeño grupo que tenía un plan para salvar la ciudad de los franceses y plantó cara al enemigo, aunque al final la cosa acabó mal, muy mal.Este grupo de insurrectos quería parar la invasión napoleónica sobornando los guardias de la Ciudadela y de Montjuïc para que abrieran las puertas de la ciudad a un ejército español que estaría, escondido, esperando la llegada de Napoleón y los suyos. En principio era un buen plan pero los guardias de las fortalezas militares se chivaron y todo se truncó. Además, la cosa aún empeoró para un par de barceloneses despistados que no se habían enterado que el ejército español se había quedado a las puertas de la ciudad. Los dos chicos (Joan Massana y Salvador Aulet), creyendo que el ejército español había salvado la ciudad, subieron al campanario de la catedral para avisar con el toque de campanas pero no consiguieron hacerlas sonar porque los franceses las habían silenciado. Luego, los hombres de Napoleón acudieron a la catedral para apresar a los chavales y, aunque tardaron varios días en dar con ellos, al final los encontraron escondidos en el interior de los tubos del órgano. Acto seguido, se los llevaron presos para ser ejecutados (en la Ciutadella), el 3 de junio de 1809, junto a dos curas (Joan Gallifa y Joaquim Pou) y un militar, el subteniente José Navarro.
Monumento a los mártires de la Independéncia
Este grupo escultórico con el ángel que lo corona fue realizado por los escultores Josep Llimona y Vicenç Navarro e inaugurado en 1941. Llimona esculpió el grupo de bronce (representando los momentos previos a la ejecución) mientras que Navarro realizó los dos ángeles de alabastro, en relieve. Por lo visto, antes, a finales del siglo XIX se realizó un primer monumento a los mártires de la guerra que representaba a uno de los curas en el momento de su ejecución al garrote vil (en bronce), pero la imagen era tan repulsiva que al final se decidió no hacerla pública y posponer el homenaje a esos héroes para otro momento.Sobre los cuatro bancos con respaldo de cerámica, realizados en 1929 (en los que suelen sentarse los turistas), les diré que representan varias escenas de la entrada de Napoleón en Barcelona (reproduciendo unos grabados de Bonaventura Planella, de 1815).
El segundo de los bancos, con escenas de la llegada de Napoleón
En el tercer banco se relata el momento de la ejecución de los 5 insurrectos
Cuafrto y último banco que relata el fin de esta historia
Para acabar, les contaré que en la placa conmemorativa (de la parte inferior del grupo escultórico) hay tres nombres más, a parte de los cinco ejecutados el 3 de junio de 1809 que aparecen representados en la escultura de Llimona. Esos tres sobrantes (Ramón Mas, Julià Portet y Pere Lastortras) fueron ejecutados más tarde, por haber tocado la campana de la catedral durante la ejecución de los otros cinco, en señal de llamada de movilización contra la invasión francesa.