Revista En Femenino
El otro día, cenando y dándole a un buen vino con amigos, hablamos de la necesidad imperiosa de hacer un manifiesto público en favor del uso del desodorante. Sí, queridos, por muy bien que uno crea oler, por muy poco que crea sudar, por muy limpio que sea y por muy aplicado que sea en sus hábitos de higiene: el desodorante no sólo viene bien, si no que es necesario. Y más en verano.
Aunque parezca increíble aún hay machotes que creen que el desodorante y otros afeites son cosa de mariquitas y afeminaos... y mujeres que creen no precisarlo. Incautas. Los pedos de una top model, por buenorrísima que esté, también huelen... por si algún ingenuo pensaba lo contrario, que de todo hay en la viña del señor. Y no, amigos míos, hasta la más bella flor es susceptible de volverse fétida...
De todas formas, aunque el desodorante ayuda a neutralizar olores, no es infalible como el Papa. No os dejéis engañar por la publicidad engañosa, el efecto del Sanex 48 horas no dura dos días... Hay que usarlo a diario -duchándose antes, claro-... y con calor incluso más a menudo.
Las aglomeraciones tampoco favorecen el control de la transpiración, así que los festivales veraniegos, safermines, fiestas de pueblo, concierto y manifestaciones (la lucha obrera o está reñida con la higiene) son caldo de cultivo de todo tipo de hedores nauseabundos... Habrá que extremar las precauciones.
Sé que igual puedo parecer exagerada, pero es una argumentación consensuada con varios expertos en estos temas, todos ello con un sentido del olfato muy desarrollado. Como yo. Porque para que voy a negarlo, la naturaleza me ha dotado de unas fosas nasales desproporcionadas para mi raza (y estatura), pero me ha premiado con un valiosa capacidad de captar aromas. Y en cuestión de olores, por suerte y como en todo en esta vida, hay más buenos que malos.