En una reciente investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana se les preguntó a un grupo de niños escolares mayores: ¿Qué es para Ud.s estar bien, sentirse bien? Todas las respuestas apuntaron en tres direcciones:
1- Jugar y tener amigos.
2- Que mis padres me quieran.
3- Estar bien en la escuela.
En el inicio de este año, sería oportuno que como madres y padres reflexionemos en ese sentido. ¿Tienen tiempo y espacio nuestros niños para jugar de modo sano y compartir con otros niños? ¿Lo estamos facilitando o entorpeciendo? Recordemos que muchos problemas de salud mental de adolescentes y jóvenes en la actualidad, están relacionados con estas carencias de la infancia.
Por otra parte ¿estamos presentes en las vidas de nuestros hijos? Estar es hablar a diario, conversar, reírnos, compartir la vida, más allá de las funciones regulativas que nos tocan a los padres: la tarea, el baño, el orden, las normas y límites. Y por último revisemos "la escuela". Ciertamente aquí surge una interrogante que en buena medida va más allá de nosotros: ¿Es la escuela un espacio que estimula las diferentes aristas del desarrollo de nuestros hijos? Dejemos esa pregunta pendiente y mientras tanto revisemos lo que sí nos toca directamente: ¿Le hemos allanado el camino para que lleguen preparados al 1er grado? ¿Conocemos sus debilidades para no exigirles lo que no pueden, ni hacerles sentir que nos decepcionan por ello?; ¿Realzamos sus fortalezas y de este modo estimulamos los procesos de autovaloración y autoestima? ¿Estamos "cerca" de la maestra, discrepamos respetuosamente cuando hace falta, pero también tomamos en cuenta sus señalamientos objetivos?
El cierre del año, el inicio del año o cualquier momento, es sin dudas un momento ideal para revisar si estamos propiciando el bienestar psicológico de nuestros hijos. Ellos no piden mucho para ser felices: Juego, amigos, familia y escuela.