Investigaciones recientes han demostrado cómo reforzar los sistemas protectores propios del cerebro.
La mayoría de los refuerzos del cerebro implican cambios simples en el estilo de vida, algunos de los cuales pueden ser efectivos incluso después de que los síntomas hayan aparecido.
Es interesante saber que la mayoría de las formas identificadas por los científicos para ayudar a prevenir o retrasar de alzheimer – incluido estos refuerzos cerebrales del estilo de vida – también reducen la inflamación que, en opinión de muchos, activa el daño de las células cerebrales que da lugar a la enfermedad. Por ejemplo, se sabe que el ejercicio es antiinflamatorio y las personas mayores que hacen ejercicio de forma habitual tienen un riesgo menor de deterioro cognitivo.
Una dieta rica en pescado, fruta, frutos secos y verduras de hoja verde reduce la inflamación crónica, según numerosos estudios. También reduce el riesgo de desarrollar alzheimer, asegura un estudio realizado a 2,000 adultos publicado en abril del pasado año en Archives of Neurology.
Las personas que toman habitualmente medicamentos antiinflamatorio no esteroides como la aspirina también son menos propensos a desarrollar alzheimer.
El café, al igual que un consumo moderado de vino, parecen proteger el cerebro, afirman varios estudios.
Las personas con mayor formación y las que usan dos idiomas de forma habitual, tienden a tener tasas inferiores de demencia. Aunque la educación no puede evitar la formación de proteínas anormales ni parar la inflamación, Kaj Blennow afirma que los cerebros de las personas con formación superior tienen suficientes conexiones para elegir una nueva ruta rodeando las zonas dañadas.