Según la consultora McKinsey, pueden actuar en varias líneas, que redundan en beneficio tanto de la economía como de las empresas:
1. Usar su capacidad financiera para abordar la realización de inversiones en infraestructura que de lo contrario no se harán.
2. Apostar con más fuerza si cabe por Internet y su ecosistema. Se ha demostrado que con el desarrollo de Internet crece en paralelo la innovación, la productividad e incluso la creación de empleo.
3. Seguir mejorando las tasas de productividad en el uso de los recursos básicos: energía y materias primas.
4. Cubrir las lagunas de talento que limitan en algunos países el crecimiento económico. Es el caso de Alemania, Holanda, etc. Hay vías de solución como el aprovechamiento de los empleados senior o el apoyo a los movimientos migratorios.
5. Fomentar las alianzas entre las administraciones públicas y las empresas, lo que debería mejorar la productividad de las administraciones públicas, un asunto francamente mejorable.