Revista Psicología

¿Qué relación existe entre el estrés y la infertilidad?

Por Jorjol

¿Puede el estrés por lograr un embarazo ser responsable de los problemas para concebir? ¿Puede la ansiedad impedir que una mujer se quede embarazada?

Numerosos estudios han investigado el papel del estrés en la infertilidad, unos intentando establecerlo como factor causal de la esterilidad y otros como consecuencia de ésta.

Sabemos que la edad y el consumo de alcohol o tabaco son factores que influyen en la concepción pero el estrés es una variable mucho más difícil de evaluar.

Existe evidencia científica de que los pacientes de infertilidad sufren un fuerte impacto emocional, presentando muchos de ellos en algún momento del diagnóstico y/o el tratamiento de Reproducción Asistida síntomas clínicos de cierta significación. Las investigaciones revelan que nuestros pacientes presentan mayores niveles de ansiedad, estrés y estado de ánimo depresivo que el resto de la población. Incluso hay estudios que sugieren que el nivel de desajuste emocional de los pacientes de infertilidad es similar al de pacientes oncológicos. No obstante, aunque se ha demostrado que el estrés es una consecuencia directa de la incapacidad de procrear, no está tan claro que los factores emocionales puedan impedir la concepción.

La llamada esterilidad de causa psicógena es un tema controvertido. Hay algunas líneas de investigación que sugieren que el estrés y la depresión alteran el sistema psico-neuro-immune-endocrino afectando la capacidad reproductiva femenina (principalmente se está estudiando como la ansiedad emocional podría repercutir en la función del hipotálamo, una glándula endocrina que interviene en la regulación de los ciclos menstruales; como el estrés podría alterar el transporte de los óvulos a través de las trompas de Falopio y el fluido uterino de la sangre; y si los niveles de prolactina, cortisol y alfa-amilasa -componentes del estrés- están más presentes en las mujeres que tardan más en quedarse embarazadas). En el caso de los hombres, los estudios sugieren una correlación negativa entre el estrés de los varones y la calidad del semen (los trastornos emocionales afectarían principalmente a la concentración y el volumen de esperma). En todo caso, los estudios son escasos y sus resultados no son concluyentes.

Es cierto que cada día la investigación en Neurociencias nos demuestra que la mente y las emociones influyen en todas las funciones del cuerpo (la respiración, la circulación, la digestión, la producción de hormonas, el sistema inmune), pudiendo afectar a las hormonas implicadas en la fertilidad y la concepción. El cuerpo cambia momento a momento. Y la mente y los estados de ánimo cambian incluso más rápido. Sin embargo, llama la atención como mujeres en situación de estrés agudo, como por ejemplo una violación durante una guerra, quedan embarazadas (este es el ejemplo que explicamos siempre los psicólogos a nuestros pacientes). Aquí tenemos que diferenciar entre el estrés agudo y el crónico. Los estudios van en esa dirección, en ese estrés que se mantiene de forma prolongada en el tiempo y podría alterar el sistema inmune o el endocrino. Ahora bien, la capacidad reproductiva se ve afectada por tantísimas variables (edad, estilo de vida, tiempo buscando embarazo, etc.) que no se puede establecer una causalidad directa. Si realmente influye el estrés crónico, seguramente lo hace de forma parcial y puede dificultar pero no imposibilitar un embarazo.

Hubo un tiempo en que se describieron los factores emocionales como responsables de los casos de Esterilidad de Origen Desconocido (E.O.D). No obstante, la proporción de parejas con E.O.D ha disminuido con la sofisticación del diagnóstico médico, encontrándose causas no psicológicas.                                                     Actualmente el 15% de los casos de infertilidad no se atribuye a una causa médica definida. Sin causa clara, el entorno familiar y social considera que los problemas para procrear se derivan tan solo de la ansiedad que experimentan las parejas que ven frustrado su deseo de tener un bebé. Esto se traduce en parejas y, muy especialmente en mujeres, que se sienten culpables de no quedarse embarazadas pensando que la causa de no conseguirlo es su estado emocional, cuando esta asociación en ningún caso está demostrada. Los que tienen dificultades para concebir deben lidiar con los comentarios bienintencionados y dolorosos de los que están al “otro lado del cristal”. Esos familiares, vecinos y amigos que les dicen: “Olvídate, vete de vacaciones a la playa y verás cómo te quedas embaraza”, “Si es que con el estrés que lleváis en el trabajo, es normal que abortes”, “En mi época nadie se hacía tratamientos y todas nos quedábamos embarazadas”. Todos estos comentarios, no sólo no ayudan, sino que hacen mucho daño, aumentan la ansiedad, responsabilizan a las mujeres del embarazo atribuyéndoles una capacidad omnipotente de ser madres y, lo peor de todo: Son infundados.

Como ya hemos dicho, aunque los especialistas en psicología y en reproducción reconocemos que la infertilidad y los trastornos psicológicos están íntimamente relacionados, no existe evidencia científica, no se ha demostrado que la ansiedad afecte a la fertilidad natural de la mujer o sea un factor determinante para el resultado del tratamiento. No hay estudios concluyentes que demuestren que el estrés por sí mismo cause esterilidad. Lo que la literatura científica sí evidencia es que los factores emocionales son la principal causa de abandono de los tratamientos, por delante de los aspectos médicos o económicos. De manera que la tasa acumulada de embarazo es más alta cuando el estado psicológico de los pacientes es bueno, porque disminuye la tasa de abandono del tratamiento y esto se traduce en más posibilidades de tener el niño en casa. Por tanto, la intervención psicológica para reducir la ansiedad puede jugar un papel importante en el incremento de la posibilidad de un embarazo.

Todos los días llegan a mi consulta pacientes angustiadas, estableciendo una relación causal entre la ansiedad y el resultado no esperado. Con todas soy categórica, a todas les digo lo mismo: La ansiedad hay que cuidarla por nuestra salud emocional, para aumentar nuestra calidad de vida, no porque la ansiedad impida embarazos o provoque abortos. Hay que desterrar estos mitos popularmente instaurados. Mi experiencia profesional me dice que aquí en el CIRH todas las pacientes están nerviosas y tenemos embarazos a diario. Y este hecho es muy significativo.

Para concluir, decir que podéis tranquilizaros en cuanto a la angustia emocional causada por problemas de fertilidad u otros acontecimientos vitales: ésta no pondrá en peligro la posibilidad de quedaros embarazadas. Sin embargo, aliviar el sufrimiento psicológico y cuidar la ansiedad, no sólo aumentará vuestra calidad de vida sino que mejorará vuestra adaptación y resistencia, contribuyendo a disminuir el abandono de los tratamientos, y esto a su vez redundará en incrementar las tasas de embarazo y cumplir vuestro deseo.


¿Qué relación existe entre el estrés y la infertilidad?

Volver a la Portada de Logo Paperblog