Es posible que te hayas preguntado alguna vez si realmente llevas una vida saludable. Es más, de hecho, quizás no tengas muy claro lo que quiere decir exactamente estar sano, encontrando más sencillo, quizá, saber lo que es estar enfermo.
Si tomamos como referencia la definición que la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace del término salud, sólo estaríamos sanos si contásemos con un estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente carentes de enfermedad. Pero entonces cabe preguntarse: ¿hay alguien sano en el mundo?
Parece que el tema consiste más en una cuestión de grado. Resulta evidente que cumplir a raja tabla con las condiciones que plantea la definición anterior se antoja cuanto menos imposible, al igual que resultaría insólito el encontrar a alguien completamente enfermo y sin el más mínimo atisbo de salud.
Por tanto, nuestro objetivo ha de ser estar lo más sanos posible, y para ello tenemos que empezar a trabajar desde ya tanto en nuestro cuerpo como en nuestra mente. Si lo hacemos, iremos ascendiendo en una escala gobernada por dos polos (enfermedad y salud), acercándonos cada vez más a este último. Como vemos, se trataría más de un continuo en el que vamos mejorando o empeorando día a día, que de una referencia estática e inamovible.
¿Qué puedo hacer para estar más sano? El primer paso sería realizar una autovaloración de tu situación física, mental y emocional actual. Al hacerlo, seguramente te darás cuenta de tus puntos débiles, como por ejemplo, el llevar una vida demasiado sedentaria, el mantener un estado emocional negativo, o el descuido de tus relaciones personales.
Una vez hecho esto, el siguiente paso sería preguntarse cuáles de estos factores son controlables por ti mismo, de forma que puedas ejercer una influencia positiva sobre ellos para modificarlos. En el caso de aquellos que no puedas controlar, será mejor que no gastes demasiadas energías.
Finalmente, el último paso sería ponerse manos a la obra. De esta forma, y siguiendo con el ejemplo anterior, podríamos optar por realizar un poco de ejercicio físico, cambiar la forma de interpretar nuestro mundo hacía patrones más adaptativos o simplemente aprender a beneficiarnos de unas relaciones sociales enriquecedoras.
Sea cual sea tu situación, lo fundamental es aceptar que nunca podrás estar completamente sano, pero que siempre es un buen momento para iniciar un cambio que, sin duda, te resultará muy beneficioso.
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