En este último post relacionado con el estrés queremos identificar cuáles serían nuestras fuentes de estrés en nuestro mundo actual.
Es evidente que con el paso de los años las posibles amenazas a las que se enfrenta un ser humano en su rutina diaria ha variado muchísimo. En un inicio, como ya hemos comentado, las personas se enfrentaban a situaciones que tenían que ver más con amenazas físicas, que ponían en peligro sus vidas o las de sus familias. En la actualidad, las situaciones a las que nos enfrentamos tienen más que ver con amenazas sociales o psicológicas, que no ponen en riesgo nuestra vida, pero en cierto modo, sí nuestra salud mental.
Cualquier situación es potencialmente estresante, pero depende de cada sujeto el que se convierta en un estresor o no. En concreto, va a depender de las valoraciones que haga la persona de dichas situaciones y de sus recursos frente a ellas.
Evaluaremos la situación de una u otra manera dependiendo de variables personales, de aprendizaje, de las experiencias vividas, etc. Es decir, la situación facilita el estrés, pero no es la situación misma la que produce estrés depende de la persona (a alguno les estresará y a otros no).
Características comunes que tienen estas situaciones:
• Cambio o novedad: Exigen un reajuste, una readaptación, salirse de lo conocido.
• Sobrecarga de datos: Tengo que responder ante muchos estímulos.
• Incertidumbre: No saber qué va a ocurrir (falta de control).
• Falta de información. No tengo todos los datos para decidir cómodamente en una situación.
• Falta de habilidades para manejar una situación.
Los estímulos se pueden clasificar en función de la intensidad, frecuencia y duración:
• Acontecimientos vitales estresantes o traumáticos: se caracterizan por ser situaciones de baja frecuencia, alta relevancia, alta intensidad y que generan cambios importantes en la vida de la persona, requiriéndose habilidades para hacerle frente, es decir, requiere gran adaptación por parte de la persona.
• Sucesos cotidianos molestos: se caracterizan por ser situaciones de alta frecuencia y baja intensidad, que van aumentando el nivel de activación del organismo. Pequeñas contrariedades de la vida cotidiana que no superan el umbral, en las que la persona no es consciente de que le estén afectando pero que aumentan el nivel de activación hasta el punto de no poder volver a su nivel normal de activación. Además de las contrariedades, Lazarus y Folkman también hablan de las satisfacciones o alegrías que son experiencias de la vida diaria que son valoradas como positivas o favorables para el bienestar personal.
• Situaciones de tensión crónica mantenida: son situaciones con alta frecuencia y alta intensidad que tienen un efecto más devastador sobre la salud de la persona. Un ejemplo podría ser la enfermedad de un ser querido, una mala relación de pareja, un mal ambiente en el trabajo…etc.
La entrada Qué situaciones nos producen estrés se publicó primero en Centro de Psicología Psiconet.