Revista Cultura y Ocio

«Que te jodan sin que parezca que te jodan»

Publicado el 02 diciembre 2022 por Rosa Valle @RosaMValle


El buen bullying laboral (voy a hablaros de ese) es sibilino, doble cabrón. «Que te jodan sin que parezca que te jodan», me lo definió una vez un colega. Y me gustó. Porque es una definición certera.

Hay humanos desprovistos del gen de la sumisión y el peloteo. Profesionales con voz crítica que no tragan con la chapuza ni el «a dedo» por toda razón. Esto funciona así para ti, asó para to y asú para tú. En el momento en que alguien no traga, en algunos sitios es carne de cañón. Le convierten en paria en menos que podrece una pera.

Ilustración: Deva Gil Valle.
Ilustración: Deva Gil Valle.

Raro que la víctima de bullying sea una persona insensible, un mueble de salón. Normalmente, les afecta, aún a los más plantados, a esos que la vida ha convertido en personas fuertes sin preguntar. El buen bullying laboral es difícil de denunciar, porque sus practicantes no dejan pruebas, simulan, sonríen o ignoran a la presa en su ejercicio (hay las dos técnicas).

Los del bullying sibilino nunca hablan claro. El tirano se esconde. La marioneta disimula. Comparten lenguaje, reparten papeles.

Dentro de las organizaciones hay personas que sufren. Que tragan. Que desarrollan y aplican estrategias de supervivencia para enfrentarse a ese abuso.

Se habla más del acoso escolar que de este otro y lo entiendo, porque sus víctimas son personas por hacer, niños y niñas, vulnerables per se; el bullying laboral, en cambio, lo padecen adultos. El acoso escolar lo practican menores, el acoso laboral lo practican adultos. Sangra la sociedad adulta que habita algunas empresas.


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