Revista Salud y Bienestar

¿Qué tienen en común el amianto, la talidomida, las preferentes y algunos aditivos?

Por Moiseschacon @nomasaditivos
No se trata de un chiste ni de una ocurrencia jocosa, sino de algo muy serio: la confianza. Aunque de este tema ya he hablado en otras ocasiones en relación al etiquetado o a la revisión del aspartamo, quiero ahora abordarlo desde un punto de vista más genérico.

Comienzo con el amianto

El asbesto o amianto hace referencia a una serie de minerales naturales de estructura fibrosa cuyas características (incombustible, durabilidad, resistencia...) lo convierten en una materia prima idónea para ser utilizada en el ámbito de la construcción, automoción, sector eléctrico e incluso en la industria textil. El único problema que presenta es que se trata de una sustancia altamente cancerígena.

¿Qué tienen en común el amianto, la talidomida, las preferentes y algunos aditivos?

Operarios desmontan un tejado de amianto / Imagen: Montagnoli Rino

Según algunos autores, ya en la antigua Roma (siglo I) Plinio el Viejo desaconsejaba comprar esclavos que anteriormente se hubieran dedicado a tejer ropa de asbesto ya que no solían vivir mucho tiempo. En el año 1906 "se describió en Londres el primer caso de fibrosis pulmonar por asbesto en una trabajadora de 33 años de una fábrica textil", y desde 1935 existen investigaciones que dejan clara la relación entre la exposición al amianto y el cáncer de pulmón.
Ante estas evidencias resulta lógico pensar que las autoridades sanitarias prohibieran el uso del amianto. Y así lo hicieron... en el año 2005. Así es: la Unión Europea no prohibió el uso de este peligroso material hasta hace tan solo nueve años. España se adelantó un poco y desautorizó su uso en 2001. Pero, tomando como referencia esta fecha, resulta que desde los primeros hallazgos científicos sobre sus posibles perjuicios en 1906, ¡han tardado 95 años en prohibirlo!
Pero eso no es todo. En este documento titulado "La guerra del amianto" escrito por Laurie Kazan-Allen, coordinadora de una de las entidades internacionales más destacadas en la lucha contra el asbesto, se explica con todo lujo de detalles cómo durante décadas los poderosos fabricantes de este material presionaron para evitar su prohibición, así "los promotores de campañas anti-asbesto fueron considerados alarmistas, mal informados, irresponsables...". (Curiosamente, algo parecido se dice hoy día de quienes alertamos de la peligrosidad de algunos aditivos).
Este lobby también se ocupó de desacreditar a la fundación Ramazzini cuando en 1999 este centro investigador reclamó la inmediata prohibición del amianto. (Aprovecho para recordar que Ramazzini también demostró hace algunos años las negativas consecuencias del consumo de aspartamo en ratas, por lo que también fueron criticados y desacreditados).
Debido a esta interesada tardanza en decretar su prohibición, se calcula que hasta el año 2040 seguirán produciéndose nuevas muertes en España debido al amianto, tal y como afirma un artículo científico publicado en la revista científica BMC Cancer.
Por cierto, hasta hace muy poco, países como Canadá o India se negaban a que el amianto fuera declarado por la ONU una sustancia tóxica. ¿Por qué? Muy sencillo: son dos de los principales exportadores de este producto. Hoy día, aún se sigue utilizando en algunos países en vías de desarrollo.

La talidomida

Este caso lo tenemos muy reciente y aún permanecen en nuestra retina las impactantes imágenes de los bebés con malformaciones debido a que sus madres consumieron talidomida para disminuir las náuseas durante los primeros meses de embarazo.

¿Qué tienen en común el amianto, la talidomida, las preferentes y algunos aditivos?

Cápsulas de talidomida con el aviso de no usar las embarazadas
Imagen: Duckwailk

Según la sentencia dictada el pasado mes de noviembre, la empresa Grünenthal que fabricó y comercializó este medicamento en los años 50 del siglo XX, no adoptó todas las prevenciones exigibles para detectar sus efectos secundarios o bien las medidas de control adoptadas, "fueron manifiestamente inadecuadas e insuficientes".
A esto se une que el laboratorio tardó en informar a los médicos españoles sobre el motivo real de la retirada del producto en 1962 (un año después que en Alemania), por lo que esa retirada no se llevó a cabo de manera radical (las farmacias solían hacer acopio de medicamentos y como no se advirtió de su peligrosidad, parece que se siguió dispensando hasta que se agotaron las existencias).

Las participaciones preferentes

Aunque algunas personas han logrado recuperar su dinero, aún hay miles de afectados de este fraude masivo llevado a cabo por muchísimas entidades bancarias que vendieron a sus clientes un producto financiero de alto riesgo mediante engaños. Así de simple. Les hacían creer que era una especie de fondo de inversión en el que tenían su dinero garantizado, que podrían recuperar el capital cuando quisieran y que obtendrían pingües beneficios. Al poco tiempo se demostró que todo era una gran mentira.

Y los aditivos

Estos tres casos mencionados (hay muchos más) tienen un factor en común: el abuso de nuestra confianza ciega. En el amianto, debido a intereses comerciales de empresas con poder, tardaron 95 años en prohibir su utilización. Entre tanto, millones de personas confiaban en las autoridades sanitarias y en sus gobiernos pensando que si realmente fuera malo para la salud, ya lo habrían prohibido... Pero no fue así.
La talidomida se comercializó en el convencimiento de que su fabricante había hecho todas las pruebas necesarias para comprobar su inocuidad... Pero no fue así.

¿Qué tienen en común el amianto, la talidomida, las preferentes y algunos aditivos?

Muchas veces se han aprovechado de nuestra confianza ciega
Imagen: Mirko Tobias Schaefer

Sobre las preferentes, a ningún cliente se le ocurrió pensar que podía ser timado por su banco de toda la vida, por ese director o empleado de la oficina al que conocía desde hacía años. Si le recomendaba un producto, seguro que era bueno. Además, creyeron que si se tratara de un engaño, el Gobierno o el Banco de España intervendrían de inmediato... Pero no fue así.
Llegados a este punto, no me queda más remedio que preguntarme si podemos confiar ciegamente cuando nos aseguran que determinados aditivos son seguros. Máxime cuando a lo largo de las últimas décadas hay aditivos que han sido prohibidos en Europa tras comprobarse sus perjuicios para la salud, como el E-231 que se prohibió en 2004, o el E-924 (bromato de potasio) que no está autorizado en la Unión Europea pero sí en Estados Unidos. O el caso contrario del E-153 (carbón vegetal) que está prohibido allí, pero permitido aquí. También podría citar el colorante E-150d (caramelo de amonio) que en California obligan a incluir en el etiquetado la advertencia sobre sus posibles efectos cancerígenos, mientras que en Europa afirman que es seguro... Ante este panorama, ¿Es mejor la confianza ciega o un análisis racional y crítico?
En definitiva: ¿Qué tienen en común el amianto, la talidomida, las preferentes y algunos aditivos? Pues que en su momento la mayoría de la gente confió en que no eran productos nocivos simplemente porque su uso estaba permitido... aunque el paso del tiempo demostró que sí eran perjudiciales.
Y ahora, ¿podemos confiar?

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