
Los estudiantes universitarios aportan alegría y vitalidad a una ciudad con claros signos de la presencia española, allá por los siglos XV y XVI. Por supuesto, como en toda Irlanda, disfrutar de música en vivo en cualquiera de sus pubs es algo inevitable.
El río Corrib atraviesa la ciudad para desembocar en su preciosa bahía. Gaillimg, nombre original de Galway en gaélico, proveniente de gall y am, que significa “río rocoso”, es la capital de su mismo condado localizada en el oeste de Irlanda. Está considerada como el centro neurálgico de la lengua gaélica.

Una misma calle con tres nombres diferentes es el eje que vertebra la ciudad.

En estos dos primeros tramos de calle, en pleno Barrio Latino (Latin Quarter), se concentran el mayor número de pubs, restaurantes y comercios de la ciudad. Elije tú la hora, pero es imprescindible que te tomes una pinta, a la vez que disfrutas de música en directo, en cualquiera de ellos.



La verdad es que se podría hacer un artículo exclusivo para los pubs irlandeses, por cierto palabra que viene de la abreviatura de “public house”. Uno de los más reconocidos es The Kings Head (15, Head Street) aunque también, ya no solo por el colorido azul de su fachada, disfrutarás de un sano ambiente en el Tigh Neachtain, fundado en 1.894, dicen que el más antiguo de Galway (17, Cross Street) en lo que es en su interior un pequeño laberinto. Ampliar este apartado a O’Connor, The Quays o The Crane (donde el sentido del humor se refleja en un cartel que dice: “El edificio se vende, pero nosotros tenemos licencia para vender cerveza otros 15 años más”, es tarea que te dejo a ti, ciudadano lector. Estoy seguro que no te va a costar mucho trabajo buscar solución a este problema.


Las compras son obligatorias en la medieval Shop Street.

Otro es el del apartado de sus joyerías, y más en concreto los de su “anillo Claddagh”. La plata reluce aquí con un diseño muy peculiar: dos manos dan cabida a un corazón. Debes prestar atención a la posición en que te lo pongas ¡y esto es importante! pues de una forma puedes pasar de mujer soltera a casada en un instante. Tradicionalmente pasaba de abuelas a nietas. Desde 1.750, Thomas Dillon’s, la joyería más antigua de Galway te hace una demostración de cómo se fabrican.


El tranquilo y placentero paseo por la calle nos llega a descubrir una de sus edificios más importantes, hoy en día sede de un banco. El Palacio o Castillo Lynch, o mejor dicho su fachada medieval de piedra gris, aunque puede que llegue a defraudar pues eso es solo lo que podrás observar. Antes de finalizar en Eyre Square, puedes unirte a la animada conversación que mantienen en un banco el afamado escritor irlandés Oscar Wilde con su colega Eduard Vilde. El banco es un regalo de la ciudad estonia de Tartu, nacionalidad de Vilde.

Ya
de paso, en Bowling Green, puedes visitar la casa-museo de Nora Barnacle; musa y mujer de Joyce a quien quiso
recordar en una de sus obras más conocidas, Ulises, por medio de la fecha de su primera cita: el 16 de junio de
1.904. Hoy en día esa fecha sirve para celebrar el Bloomsday, también en honor a Leopold Bloom, personaje central de la novela.
Dos catedrales, una anglicana y otra
católica, en la misma ciudad.
Que
te diga que para visitar la Catedral católica de Nª. Sª de la Asunción y de San
Nicolás tienes que atravesar el río Corrib, a su orilla oeste por el Puente del
Salmón, tampoco creo que te vaya a asustar por la lejanía.
Antes,
en pleno centro de la ciudad, la Abadía
y Colegiata de San Nicolás, representa al culto anglicano. A partir del
siglo XVI lo que se inició como una pequeña parroquia se fue convirtiendo,
gracias a dos de las familias, o tribus, más influyentes: los Lynchs y los Frenches, en lo que hoy en día sigue siendo la
Iglesia Parroquial más grande Irlanda. Cada familia sufragó la construcción de
naves laterales y, consecuencia de ello, se pueden apreciar hasta tres techados.
Ya en su interior, destaca una pila bautismal cuadrada en la que se aprecian
grabaciones de la flor de lis.
Aquí,
y allá por 1.477 en una de sus visitas, oró Cristóbal Colón de lo que se enorgullece la Abadía. No lo hace
tanto de las tropas de Oliver Cromwell quienes, durante el
sitio de la ciudad en 1.652, la utilizaron como establo sin ningún cuidado
hacia ella. La prueba más evidente lo es la falta de cabezas y manos en buena
parte de las figuras de madera talladas. Llama también la atención la torre del
reloj pues este se muestra solo en tres de los lados de la torre.
Mucho
más moderna es, ya de culto católico, la
Catedral de San Nicolás al otro lado del río. Construida sobre terrenos que
albergaron una antigua prisión, e inaugurada en 1.965, se erige esta Catedral
en la que curiosamente figura un mosaico del Presidente Kennedy. Al parecer fue
uno de los impulsores en la recogida de fondos entre los inmigrantes irlandeses
para su levantamiento.
En
su exterior es toda de piedra caliza, sin embargo el interior el mármol es
ostensible en cuatro colores diferentes, pues proceden de distintos puntos de
la región.
Un paseo, a bordo del peculiar Corrib
Princess, nos permite recorrer el Lago Corrib.
Atravesando
de nuevo el Puente del Salmón y recorriendo un pequeño trecho a la orilla del
Corrib te podrás encontrar no ya tan solo con pescadores sino, también, con
cantidad de elegantes y bellos cisnes blancos. Allí se encuentra el embarcadero
del Corrib Princess. Te sugiero embarques en él para una plácida navegación por
el Lago Corrib, el segundo mayor de Irlanda.



En
su interior existen tantas islas como días tiene el año: 365. En este recorrido
se puede apreciar, además de bellos parajes naturales y la diversidad de la
vida silvestre, edificios y monumentos históricos.
Y finalizamos nuestro recorrido en la
bahía.


Me voy a permitir una licencia personal. Una vez estábamos allí, disfrutando del acompañamiento de los cisnes, llegó una señora para darles abundante comida, la cual también compartió con nosotros. Es así que se dio cuenta que un enorme cisne tenía enganchado en su cuello un anzuelo de pesca, cuyo sedal arrastraba. Me pidió ayuda para yo sujetar al animal mientras ella trataba de extraerlo. Increíble su fuerza, pendiente yo de no ejercitar en exceso la mía sobre su cuello. Curiosamente se tuvo que unir, como ayuda supletoria, otro joven ¡por cierto, también español! Al final lo conseguimos y me sentí, creerme, feliz y satisfecho.


La sorpresa vino después. Iniciábamos camino del próximo South Park. Un coche se detiene ante nosotros. De él baja la misma señora de antes. Sin preámbulo ninguno me abraza, me dice “Thank very much” y me regala el único bien que tenía a mano: un bolígrafo de una organización ecológica. ¡Todavía conservo ese recuerdo; todavía conservo ese bolígrafo tan especial!


Un placentero paseo por el South Park.


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