Revista Comunicación
Este es mi último mes aquí cerca de Montreal y todavía me siento turista. Ayer disfrutamos de uno de mis lugares favoritos: la zona del viejo Puerto (Vieux-Port). Fuimos a la Torre del reloj y la idea genial de una playa con vista al RíoSan Lorenzo en la que se puede descansar y disfrutar del viento y la arena perfecta. Pasé horas allí mirando el cielo, los botes y más allá el Puente Jacques Cartier y los edificios en donde esta la otra parte de la ciudad: la actividad, la historia, las edificaciones al estilo europeo, museos, helados, restaurantes, artistas, payasos. Todo se puede encontrar… hasta un poco de Ecuador (músicos autóctonos). Me senté a observar y pensé que al fin lo había logrado. Vivir en otra ciudad del mundo. Estar ahí sin huir. Estar ahí sin afán. Esta ciudad que casi empieza a pertenecerme, que es tan distinta de la que siempre vi, que ya es casi mía…ahora también se va.