Revista Cultura y Ocio

Quédate conmigo - Ayòbámi Adébáyò

Publicado el 27 agosto 2018 por Elpajaroverde
Voy a explicaros brevemente mi idea acerca del machismo (o, aunque estrictamente no sean sinónimos, del patriarcado, ahora que está tan de moda la palabra), yo lo concibo como un modelo social que asigna roles diferentes a hombres y mujeres. Un modelo social que llevamos ya demasiados años perpetuando y, precisamente por ello, somos machistas muchas veces sin saberlo o pretenderlo. No nos damos cuenta, es lo que nos han inculcado, lo que vemos, lo que escuchamos, lo que hemos mamado, lo que nos parece normal porque siempre ha sido así. Y por supuesto que hay muchos grados de machismo (sí, ya sé que estoy simplificando mucho) y que bajo algunos se cometen auténticas barbaridades, pero adonde quiero llegar es a que todos somos responsables de mantener este modelo social; todos somos cómplices y todos podemos ser víctimas. Y no, no negaré que las mujeres solemos llevarnos la peor parte, pero tampoco que un hombre que no se ajusta al rol masculino por antonomasia puede sufrir a causa del machismo.
¿Por qué os estoy contando todo esto? Porque creo que es algo en lo que no se repara y que no se tiene en cuenta. Por ello mismo esta novela ha sido una gratísima sorpresa, porque me cuenta la historia de Yejide pero también la de Akin (ay, Yejide; ay, Akin).
Ay, ay, ay. Así debería haber comenzado esta reseña, pues esta es una historia que me ha provocado muchos ays, y así hubiera podido seguir (ay, ay, ay); no hubiera sido mala idea. Añado otro ay procedente de mi lengua, pues me dispongo a mordérmela. No puedo contar demasiado; no, si no quiero estropear la lectura a quienes aún no hayáis leído esta novela y consideréis hacerlo.
Quédate conmigo - Ayòbámi AdébáyòYejide y Akin forman un matrimonio basado en el amor. Estamos en la Nigeria de los años ochenta. Yejide es una mujer trabajadora de formación universitaria, aun así, pronto comprobará que eso de poco le sirve para hacerse valer como mujer. Los niños no llegan y la presión familiar empieza a palpitar entorno a la pareja y amenaza con aplastarla y destruirla, a ella y a sus dos miembros.
«...hay cosas con las que ni siquiera el amor puede. Antes de casarme, creía que el amor podía con todo. No tardé en darme cuenta de que no era capaz de soportar la carga de cuatro años sin hijos. Si la carga es demasiado pesada y dura demasiado tiempo, hasta el amor se tuerce, se agrieta, se acerca al borde de la ruptura y a veces finalmente se rompe. Pero incluso una vez roto en mil pedazos a tus pies, no significa que ya no sea amor. Al cabo de cuatro años, a nadie más le importaba el amor».
En Nigeria se practica la poligamia. Aprendí mucho de estas sociedades gracias al keniata Ngũgĩ wa Thiong'o y sus Sueños en tiempos de guerra. Lo que no aprendí entonces y he aprendido ahora es el poder oficioso que el matriarcado ostenta en las mismas. No es lugar ni momento este para dilucidar si ese matriarcado se ha alumbrado a la sombra del patriarcado (probablemente así sea) pero sí para reflexionar acerca de la falta de sororidad del mismo (ahora que está tan en boga el término, que escribo en cursiva por no estar admitido por la RAE). Son las mujeres crueles con las de su género, carentes de empatía, absortas en su juego de poder (poder que probablemente en sus circunstancias sea sinónimo de supervivencia). Y el poder lo dan los hijos y si el hijo es varón, mejor que mejor (ellas mismas le otorgan la supremacía). El marido se comparte pero el hijo solo tiene una madre aunque a todas las esposas del padre llame así. Una mujer que no tiene hijos no merece llamarse mujer, no es mujer.

Yejide no tiene hijos. Hará lo posible para tenerlos. Hará incluso lo que hubiera considerado imposible.

«Cada vez que mi padre se casaba con una mujer nueva, les decía a sus hijos que la familia consistía en tener personas que te buscasen si algún día te secuestraban. Después añadiría que estaba haciendo todo lo posible por reunir un ejército en caso de que nos secuestraran a alguno de nosotros. Era un chiste malo y yo era la única que se reía. Me reía de todos sus chistes. Imagino que él creía en ese mito de la familia grande y armoniosa».
«Últimamente me repito a mí misma que aquélla fue la razón por la que me esforcé por aceptar cada nuevo grado de humillación, para tener a alguien que me buscara si algún día yo desaparecía».

Quédate conmigo - Ayòbámi Adébáyò


No sé dónde termina la presión social y familiar sobre Yejide y dónde empieza la suya propia; dónde termina el deseo de complacer a su familia política para sentirse querida por ellos y compensar así la falta de amor de la suya y dónde comienza su propio deseo de convertirse en madre. Tampoco sé dónde terminan los factores externos que destruyen una pareja y dónde empiezan los internos; ni dónde termina el que estos últimos estén provocados por los primeros y dónde empiezan a obrar estos de forma autónoma. Porque sí, en esta historia hay humillación, pero también silencio, mentiras, engaño, traición, celos. Y el sentimiento primero que lo desencadena todo.
«...empezaba a darme cuenta de que la rabia había sido pura afectación. Algo de lo que había echado mano como escudo frente a la vergüenza. Es más fácil recurrir a la ira que a la vergüenza».
Pero ante todo, esta es una historia de amor y dolor (ay, Yejide; ay, Akin, «¿quién te cogerá hoy de la mano si lloras en silencio?». No os he dicho que son sus voces las que escucho; que son ellos quienes me cuentan sus historias).
Me gusta que los libros que leo me hagan sentir y me hagan pensar. Con que me provoquen una de las dos cosas me basta pero cuando consiguen las dos... (ay, ay ay) Quédate conmigo consigue ambas y por eso yo me quedo con ella, porque no puedo ignorar la súplica y la desesperación que implican esas dos palabras juntas que forman su título. Me quedo con Yejide. Me quedo con Akin. Y me quedo con Ayòbámi Adébáyò.
Esta es (atención) la primera novela de la escritora nigeriana. Qué manera de escribir, de transmitir, de dosificar la información, de imbricar los sentimientos más íntimos con el contexto familiar, social e incluso político. Me quedo con ella, como no, porque me lo ha dado todo, todo lo que yo quiero. Llegaba a este libro con grandes expectativas, muy a mi pesar porque me gusta llegar con las justas, pero su lectura las ha superado con creces. Por eso perdono. Perdono que me haya negado esa última conversación entre Yejide y Akin (y me hubiese gustado que esta fuese también una historia de perdón pero no lo ha sido precisamente porque falta esa conversación). Y perdono un aspecto de la trama que tal vez puede resultar un pelín difícil de creer pero, al fin y al cabo, también es esta una historia de autoengaño, además, como concluye Yejide, «a veces la fe es más fácil que la duda», y yo soy muy facilona (y perdonadme la connotación machista de la palabra pero me viene su uso que ni pintado), que no ciega, cuando un libro me enamora.
«Olomo lo l'aye» (=quien tiene hijos posee el mundo)
Y quien no, ¿acaso no es suficientemente digno de merecer un trocito de ese mundo?

Quédate conmigo - Ayòbámi Adébáyò


Ficha del libro:

Título: Quédate conmigo
Autora: Ayòbámi Adébáyò
Traductora: Irene Oliva Luque
Editorial: Gatopardo
Año de publicación: 2018
Nº de páginas: 336
ISBN: 978-84-17109-49-3
Comienza a leer aquí
Si te ha gustado...
¿Compartes?
      ↓

Volver a la Portada de Logo Paperblog