Queenstown son cuatro calles con tiendas de souvenirs, ropa de montaña, alojamientos, un teleférico y un puerto con su barco de vapor todo al lado del lago Wakatipu. Dicen que la carretera que va de Queenstown a Glenorchy es una de las carreteras más bonitas del mundo lamentablemente una de las cosas malas de venir en verano es que las posibilidades de niebla aumentan. Lo bueno es que hace 11ºC de temperatura, no quiero imaginarme el frío que hace en invierno. Antes de marcharnos nos adentramos un poco en la carretera pero apenas nos metemos unos kilómetros para poder llegar al siguiente destino que está a casi 400km.
Lo que sí está abierto de 8:30 de la mañana a 5 de la madrugada sin importar el tiempo es Ferburger, una hamburguesería con cola en la puerta y una espera de 40 a 45 minutos para que te entreguen la comida una vez ya has pedido y pagado. Poder sentarse en el sitio es cuestión de suerte porque hay pocas sillas y la mayoría escogen llevarse las hamburguesas a otro sitio. Lo cierto es que aunque a primera vista parezca una cadena es única en el mundo y vale la pena la espera. Además tienen el detalle de ofrecerte patatas fritas y galletas mientras esperas en la cola. Hay hamburguesas de carne de ciervo, pollo, res y tofu.
Yo me pido una Big Al con res, bacón, queso, huevos, remolacha, lechuga, cebolla, pepinillo y “aioli”, es tan grande que tengo problemas para morderla y casi acabo pringada hasta los codos. En la pared había una placa de alguien que se la había comido en 14 segundos, no había foto de la persona presumiblemente porque después de eso había ido al hospital. Marta se pide una más normalita Southern Wise Por la mañana aun soy incapaz de comer nada y vamos a mi primer Starbucks en Nueva Zelanda donde me alegra encontrar que todavía venden el Frapuccino de té verde. Tanto aquí como la semana que llevo en Nueva Zelanda a veces me cuesta entender lo que dicen. Están empeñados en cambiar las vocales así en lugar de decir Seis (six) dicen Sexo (sex) lo que me desconcierta.
Los campos al lado de las carreteras están llenos de ovejas, ciervos, vacas, algunas llamas, algunos pájaros bajan a saludar y hasta vemos a uno cazar un bicho al vuelo. Pero el animal predominante es la zarigüeya que aparece atropellada cada pocos kilómetros.
En el glacial Franz Josef el tiempo no nos acompaña y la lluvia nos hace quedarnos en el albergue, aprovechamos para lavar la ropa, reponer fuerzas y escribir un poco que ya tocaba.