Endesa se ha convertido en uno de los grandes adalides de la creación de empleo. Pero no el precario al que debe estar sujeto su pésimo servicio de atención al cliente o el que ejercitan algunos empresarios, muchos, a la más mínima que encuentran una grieta por donde colar un contrato basura. El de Endesa es un Empleo con mayúsculas: bien remunerado, horario flexible y con buen ambiente de trabajo.
Y es que los accionistas minoritarios de Enel, que posee el 92% de Endesa, han propuesto al ex viceministro segundo y ministro de Economía (primero con González y luego con Zapatero) para formar parte del consejo de administración. Sigue así la tradición de reconocer la labor (los eufemismos serían infinitos) a los políticos que han sabido virar de acuerdo a la dirección del viento, una tradición ya iniciada con Felipe González (Gas Natural, 126.500 euros/año) y José Mª Aznar (también asesor de Endesa, 200.000 euros/año).
Poseída por la “intolerancia extrema” ante situaciones como estas, que ocurren aquí, una bofetada impune al señor trabajador (como gustaba llamar López de Arriortúa a la clase trabajadora), voy a seguir los pasos de cualquier comunidad fundamentalista de Florida que se precie (no hace falta ser de Kandahar: con una dosis adecuada de incultura cualquiera puede ser un fundamentalista modélico) y voy a empezar a quemar facturas de Endesa que, al fin y al cabo, contienen su credo y su única fe: el beneficio.