Campos Este es un cuento antiguo, primigenio quizá, básico y de primer grado, sin dificultades. Un cuento donde aparecen tres vallisoletanos despojados de ciertas malas raíces y en el que surge en cada uno de ellos una piel pura, sureña y del oeste, mucho más allá del primer mar; un cuento de piel rojas exigiendo con las manos en alto el sacrificio de este trío, que debe decirse: viajan por la península montados en dos bellas yeguas de seis cuerdas y un carromato que tras cada vuelta evoca percusiones y címbalos. Este es un cuento de un trío nacido en cuerpos ibéricos pero con almas de cowboy, un breve relato que acaba de comenzar.
Nocturama 2011. Noche de miércoles en el que de nuevo puede apreciarse una buena afluencia de público; la gente de LaSuite está realizando un buen trabajo, en gran medida por el gran cartel que han conseguido confirmar para el mes más soleado de Sevilla, notable cuando deciden cobrar la recompensa por entregar a los pieles rojas (literalmente en el público habían más de uno, cosas de la playa) el espectáculo que después de tan solo dos discos ‘Songs to sing along’ (autoeditado 2005) y Second to None (Subterfuge, 2009), han logrado a llevar a puntos altísimos estos tres forajidos.
Arizona Baby vienen de Valladolid, pero como indica desde un principio este cuento, su alma estuvo siempre en otro sitio, quizá también en otro siglo, cuando cruzar el desierto en el oeste americano, para ser parte de la fiebre del oro, era el día a día; quienes apreciamos el directo, de poco más de una hora de duración, nos fue muy sencillo imaginarnos entre esas correrías, ya que todo en ellos, principalmente esas almas americanas, les poseen de tal manera que todo en su música tiene esa nostalgia por las praderas y sus desaparecidos búfalos, las cantinas con su fauna de croupiers, damas de buen y amplio criterio, de camareros enfrascados en peleas con el borracho del turno.
Después de estar girando por el país en conjunto con la banda madrileña “Los Coronas”, hacen una parada en el camino en Sevilla para entregar temas de sus dos discos (más una inusual versión de Kraftwerk). Nada más subir al escenario, Javier Vielba (voz y guitarra) levanta la mano en alto y dice en alto a los pieles rojas ‘Somos Arizona Baby. Señor, enséñanos la verdad’, la verdad son ellos y sus contagiosos temas que saltan entre el country y el folk. Este relato habla también de una luna, de una noche sevillana y de la antesala a los días de calor que llegaron los siguientes días, seguramente conjurados por estas almas de desierto californiano.
No hay campaña en las praderas sin oficiales y guías, por ello en algún momento de la historia, nos hemos dejado orientar por los dedos ágiles como el viento del Sr. Marrón (Rubén Marrón, guitarra) sorteando acantilados con riffs precisos y afilados; custodiando la comitiva plantamos cada paso con firmeza aleccionados por Hermo, diestro conjurador de espíritus y sus voces. Con tal compañía no dudamos en adentrarnos en los caminos nunca antes recorridos del oeste en Sevilla, decidimos ser cómplices y vivir la aventura.
Este relato cuenta a través de sus personajes sus propios orígenes “Esta es una balada desde el Valle del Oro, que es de donde venimos nosotros” quizá a mediados del viaje tuvimos que pararnos a descansar, la travesía había sido ya larga y las fuerzas amedrentaban el valor, por ello escucharles algunos minutos cantar baladas country fueron el mejor bálsamo para un camino que aún estaba por llegar a sus puntos más altos.
“Ahora que estamos entrando en calor tenemos que tocar la última” dice Javier de manera premonitoria, se vuelven a colgar los instrumentos y dan metralla al personal suena “Bang! Bang!” y se convierte en tortura no mover los pies al ritmo del Sr. Hermo, de no seguir el vuelo del Sr. Marrón, de no querer terminar el viaje.
“Vosotros mandáis, ¿queréis otra?, ¡tenéis otra!”. Este relato termina con una oda, un canto festivo a Shiralee “You said “don’t wanna be with you”, but I don’t care / You think you can, but you can’t run away / You better watch your back: / Alli estaré”.
Moraleja: Lo que necesitamos es ser parte de un nuevo rito, de dejarnos llevar con sus canciones, de descubrir de nuevo y por primera vez que esas almas sureñas estarán en el mundo de manera indefinida. Es un placer ser contemporáneo de este trío salido de otro siglo, para ser por un momento un poco indios o cowboys, sin disparos innecesarios y solamente con la música como guía e interprete de ambos.
Fotos del concierto(Iván Vergara / Fotos: J.M., http://www.revistawego.com)