“La arrancada de lejos, no demuestra que el animal sostenga una buena pelea en varas, ni un comportamiento enterizo y vigoroso en banderillas”
Querencia y bravura
Por Fermín González, comentarista de Onda Cero Salamanca
“Hay cosas que uno no acierta a comprender, cuando se sienta en el tendido de una plaza de toros. Y, no quiero referirme tan solo a aquellos aficionados menos curtidos que tienen el irrefrenable deseo de aplaudirlo todo, no; también, por aquellos otros, que luego con el mejor de los ánimos se unen para considerar cual ha sido el toro de la feria, que por excelente bravura debe ser digno de mención y premio. Lo cual me lleva a la conclusión de que, en muchas plazas no se sabe ver los toros. Ver bien cada toro es casi tan importante para el aficionado como para el torero. Cierto que, el publico en general, puede desinteresarse del problema, pensando que no es de su incumbencia. No así para los que evalúan los comportamientos del astado. De esto se deduce cuanta incongruencia y desatinos se producen cada tarde, porque tal es la confusión, que no pocas veces he asistido, un tanto escondido por la vergüenza, al sentir como aplaudían y se elogiaba en algún medio de comunicación lo bravo que fue el carnudo.
No será la última vez que, un toro engaña al público en general, al torero, al presidente de la corrida y a otros muchos, me explico: hay toros que, desde que salen al redondel, demuestran una querencia marcadísima a los terrenos llamados (de dentro) y, no son pocas las ocasiones, en que a dicho animal lo hemos creído bravo ¡porque se arrancaba de lejos! Se arrancaba de lejos precisamente por su misma querencia hacia las tablas, pero cuando encuentran al caballo, en vez de recargar superando el puyazo que, es la conducta de los bravos, se deja pegar sin atisbo de pujanza y fiereza, confundiendo así la querencia con una bravura que no lleva en la sangre. La arrancada de lejos, no demuestra que el animal sostenga una buena pelea en varas, ni un comportamiento enterizo y vigoroso en banderillas, y ocurre que el torero, puede encontrarse en la muleta con un toro manso, cobarde y ayuno de castigo, que tiene mucho que bregar. Porque puede pasar el rato, poniéndose al toro por delante, y el toro quiere tablas, deseoso de que la muleta desaparezca de su vista, porque este, que engañosamente se arranco de lejos en el primer tercio, buscaba las tablas rojas.
Así las cosas, ocurre que, no solo el toro confunde al publico, sino que el torero en muchas ocasiones no comprende los estados del animal y, se equivoca al juzgar mal sus reacciones, y los terrenos donde debe desarrollar su faena, perdiéndose en la intranquilidad y desasosiego.”Faena en tablas y estocada en tablas. No es lucido, pero es de buen torero entenderlo”.