Confieso que nunca he sido una gran fan de tus novelas por motivos que no vienen ahora al caso. Pero Una habitación propia ofrece algo diferente. Vale, igual es que no soy del todo objetiva como feminista. NO, qué narices, este ensayo me ha gustado porque, entre otras cosas, tuviste los ovarios para decir grandes verdades que muy pocos se atrevían, y además presentando argumentos razonables, todo ello con gran elegancia y elocuencia.
Mucho ha llovido desde aquella conferencia que diste sobre las mujeres y la literatura. No cabe duda de que estarías orgullosa de ver lo mucho que hemos conseguido, a pesar de todo.Siempre me pregunté por qué será que durante tanto tiempo se redujo a las mujeres a una miserable nada, a la condena del anonimato y la esclavitud de la invisibilidad. Empiezo a creer que, como dices tú, pueda deberse a
"ese interesante y oscuro complejo masculino que ha tenido tanta influencia sobre el movimiento feminista; ese deseo profundamente arraigado en el hombre no tanto de que ella sea inferior, sino más bien de ser él superior."
Entristece pensar también en eso que dices de que no hay casi rastro de grandes figuras femeninas literarias hasta el siglo XIX, y que todavía no haya un hueco lo suficientemente grande en la historia dedicado a grandes conquistadoras, líderes de grandes naciones o ejércitos (porque no las ha habido). Dices que la novela parece ser el medio de expresión predilecto para la escritura femenina, porque de alguna forma se nos han cerrado las puertas de la poesía y otros grandes géneros.
Y como afirmas, esto pueda ser debido a que una mujer con el genio, la creatividad y la capacidad de Shakespeare en muchas épocas la hubiesen convertido en víctima de su propio talento (algo que posiblemente sabías ya de muy buena mano):
"cualquier mujer nacida en el siglo dieciséis con un gran talento se hubiera vuelto loca, se hubiera suicidado o hubiera acabado sus días en alguna casa solitaria en las afueras del pueblo, medio bruja, medio hechicera, objeto de temor y burlas. Porque no se necesita ser un gran psicólogo para estar seguro de que una muchacha muy dotada que hubiera tratado de usar su talento para la poesía hubiera tropezado con tanta frustración, de que la demás gente le hubiera creado tantas dificultades y la hubieran torturado y desgarrado de tal modo sus propios instintos contrarios que hubiera perdido la salud y la razón."
Sin embargo, lo que me gustó realmente de Una habitación propia es el carácter de tus palabras. Tal vez disimulases muy bien, pero el caso es que no dejas espacio para la amargura ni para una denuncia derrotista, sino que confías totalmente en la proximidad de un futuro prometedor con una certeza y una confianza en ti misma dignas de admiración. Tan segura estabas, que tanta razón tenías.
Lo único que lamento decirte es que aún hoy quedan muchas mujeres sin una habitación propia. De hecho, muy pocas pueden presumir de tener realmente un cuarto propio, algo que sea enteramente de ellas. Una libertad completa. La gran mayoría, a veces tenemos que conformarnos con compartirla de manera bastante descompensada; eso si no nos obligan a quedarnos relegadas a una esquina oscura y fría de ese espacio que nos arrebatan.Pero vamos por buen camino librando una batalla que, como bien afirmaste aquella lejana tarde de 1928, aún en la oscuridad y la dificultad, merece la pena luchar.
Recibe un cordial saludo y un auténtico agradecimiento.
Fdo: tú, yo, y muchas más.