Revista Solidaridad
Querido 2016:
Antes de que llegaras ya tuve la sensación de que ibas a ser un año lleno de emociones y cambios. Y no me equivocaba en absoluto.
Has sido uno de los años más complicados, y de los más intensos que recuerdo. Has sido un año de primeras y últimas veces. De sonoras risas, y de intensos llantos. De reencuentros y de despedidas. De nuevas oportunidades, de tomar nuevos caminos, de tomar decisiones con empujones acertados, y de otras muchas cosas que sólo recordaremos tú y yo.
A pesar de que algunas veces he sentido que no estabas siendo del todo justo conmigo, y con los míos, mirándolo con un poco más de perspectiva me he dado cuenta de por qué pusiste todas aquellas piedras en mi, y nuestro, camino. Y además de piedras, también te encargaste de poner frente a mí a un montón de perlas y diamantes, como dice Albert Espinosa en su novela ‘Si tú me dices ven, lo dejo todo… pero dime ven‘. Has sido un año de retomar viejos hábitos, de recordar viejas costumbres, de afrontar miedos pasados, y de plantarle cara a todo (y a todos).
Me has enseñado que tengo que rodearme en mi vida de gente que sume y que me haga ser mejor persona. Me has dado la oportunidad de seguir formándome y transformándome a los antojos del mundo laboral. Me has enseñado cuando hay que coger un tren que pasa, pero más importante aún, cuando bajarse, a pesar de que esté en marcha.
Que la salud física, y sobre todo mental, están por encima de todo. Y gracias a eso, he aprendido a decir que ‘no’, aunque todavía me falta mucha práctica…
Quiero decirte, que te recordaré siempre por ser el año en el que tuve que perder muchas cosas para encontrarme, pero también por ser el año en el que me hice más fuerte y, sobre todo, mucho más valiente.