Revista Música

Querido Dylan

Publicado el 30 mayo 2011 por Enriquealcina
Querido Dylan
Seguimos festejando el cumpleaños del maestro. Anoche la 2 se animó a ofrecer Las Huellas de Dylan, el pintoresco documental que profundiza en el universo dylanita, linda manera de explicar lo inexplicable a través de artistas españoles bendecidos por la luz del juglar errante. Alguien dijo que Dylan es un cantante punk, o algo así. Entre otras muchas cosas, claro. Aquí aparece junto a la musa del rock neoyorquino, Patti Smith, poetisa visceral, a quien se conocen dos versiones rotundas y dispares de Dylan, "Dark eyes" y "Changing of the guards".
Tiene su gracia, en el documental de marras, la referencia acerca de la condición de mujeriego de Bob. La ministra de Cultura actual revela que fue invitada por Dylan durante la primera gira española del cantante, verano del 84. Ella, que ejerció de traductora y asistente personal, asegura que Dylan no trataba de flirtear, no, qué va, y otros testimonios confirman lo contrario. Tiene su gracia.
De todos modos, el puntazo iconoclasta que dibuja a unos admiradores fanáticos caminando en sentido inverso a la esencia del artista preocupa un poco. La obra de Dylan escapa, se escurre, se disuelve como un azucarillo. A veces maltratada por su propio autor, a veces despreciada por prejuicios simplones. Demasiado manoseada por tópicos añejos.
Rescato del olvido algún disco damnificado por el tiempo y la crítica. Shot of Love, cosecha del 81,que contiene la extraordinaria Heart of Mine, representa el típico trabajo urgente de Dylan, grabado en un par de tomas, como mucho, sin ánimo de trascender, plagado de lagunas y de monentos gloriosos, bajo una producción errática pero luminosa. Dicen que Dylan intentó entonces refundar su cancionero y abandonarse a un nuevo pop propio, otro estilo en su carrera. No lo consiguió, pero firmó un disco quizá secundario pero también único. Para calibrar mejor a Dylan conviene comparar sus álbumes con el resto de oferta musical en cada temporada concreta. Con Empire Burlesque, en el 85, Bob tal vez se dejó aconsejar malamente o quiso aprovechar la ola del sonido chirriante de los ochenta. Aun así, brinda una colección de canciones brillantes y sugerentes, baladas hermosas, algún guiño rítimico a la música negra.Por entonces, Dylan volvía a gozar del creciente respeto de la afición y los músicos, que en años posteriores lo situarían a la cabeza del santoral del rock, acaso el más influyente. Los dylanitas, que llevarán hasta los restos la pesada carga de la mala y la buena fama de su idolo, podrían señalar con el dedo a cientos de cantantes y grupos que han plagiado a Dylan sin el más mínimo recato.

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