Revista En Femenino

Querido maestro: tengo algo que decir…

Por Mamaquesabe @mamaqsabe

Querido maestro

Querido maestro: 

Tengo algo que decir… Si me permites levantar la mano es porque entiendo que me quieres escuchar. Pero si ante mi palabra me das un NO sin haberme dejado explicar, quizá la vida es que todavía no te enseñó que se puede aprender siempre, independientemente de la edad que tengamos ambos…

¿Cuántas sumas diferentes puedes conseguir con estos  tres números? -preguntaste…

25.387 – 32.654 – 17.825

Y todos respondieron que 3. Tú dijiste que 3. Y yo levanté la mano para decirte que eran más. Pero dijiste que no, que eran 3 sin tan siquiera preguntarme por qué creía que había más.

  • 25.387+32.654 es una; 25.387+17.825 es la segunda; 32.654+17.825 es la tercera. 25.387+32.654+17.825 es también una suma diferente, ¿no?
  • No me importó que no me quisieras escuchar, simplemente llegué a casa y le dije a mi madre: tú crees que mi respuesta también era válida, ¿verdad?

Mi hijo y yo

Querido maestro: 

Soy una mamá anónima, comprometida con la educación de mi hijo como muchas más. Me esfuerzo mucho por enseñar a mis hijos algo más que los conocimientos que tanto interés tiene el sistema educativo al que usted pertenece. No le pido nada porque mi voz no se oiría entre tanto ruido que hay alrededor de él, pero sí le pido algo a usted como maestro:

  • No merme la capacidad de crítica de mis hijos. Permítalos dudar en su desconocimiento y/o conocimiento y que se planteen ideas propias; incluso cuando puedan estar equivocados, tienen algo que decir y algo que aprender.
  • No pierda la oportunidad de enseñar al grupo que siempre la ideas propias y diferentes de cada uno deben de ser escuchadas y pueden ser debatidas: quizá puedan unirse más voces nuevas inspiradas por ellas. 
  • No transmita a sus alumnos la creencia de que las ideas de las nuevas generaciones son menos válidas que las establecidas por las generaciones que llevan más tiempo en el sistema. Quizá, y solo quizá, los niños tengan la frescura y osadía que les da los años de poca maleabilidad, y los adultos somos los que aprendimos a acomodar nuestros pensamientos.
  • Estoy segura de que usted también sabrá que hay enseñanzas mucho más vitales que las regladas en un sistema de conocimientos. Comparto que se necesita una base firme en el conocimiento, pero la creatividad educativa en familia muere en el mismo momento en el que se coarta el pensamiento crítico por el resto de miembros de la sociedad.

Los niños son críticos por naturaleza, pero somos los adultos los que podemos promover el mantenimiento a lo largo de su vida de ese espíritu crítico, o por el contrario ahogar el debate (independientemente de la posición o edad de los participantes) simplemente porque damos por hecho que no hay nada que aprender de ellos. Aunque solo sea que siempre se pueden proponer nuevas ideas, pensar diferente y buscar la esencia a cualquier planteamiento… deberíamos escuchar a los niños más a menudo. Y si las familias hacemos nuestra labor, lo mínimo que deberíamos pedir es que no se pise nuestro trabajo educativo.

Si el sistema falla, ¿no es quizá porque los individuos fallamos? ¿Cómo percibís los valores de los maestros de vuestros hijos?


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