Revista Cine
Ponte con la calculadora, saca los porcentajes y te percatarás, oh, joven geek, (si lo eres, claro) de la gran masa de población mayorcita que tenemos por el país. Empezaron su viaje a principios del siglo pasado y lo han terminado ahora, en este presente nuestro, nebuloso, inestable y acelerado, en el que ponen los pies con más canas de las que quisieran y más desorientación de la que imaginaban. Llegan aquí, a nuestra época, nada menos que a la terminal temporal del 2010.
Pero vaya situación, ahora va y resulta que todo el tiempo que han vivido les parece un sueño, lo recuerdan como si fuera ayer mismo y todo lo transcurrido tan solo es un paréntesis casi vergonzante, en este lugar extraño donde no se valora lo pasado.
Muchos de ellos y por desgracia, llegan con el bagaje cultural del XIX, habida cuenta de la cortedad de las trayectorias escolares que tuvieron. Sin pedirlo ni quererlo, fueron sacados de las aulas de las décadas de los 30 y 40s a temprana edad, por ese tirón gravitacional irresistible que formaron las secuelas de la guerra civil, en forma de penurias diversas y de ese Deja-los-libros-y-ponte-al-tajo, zagal.
Se notan más grávidos y más lentos al andar que cuando partieron ¿o será que los demás van demasiado rápido? Las ciudades y poblaciones se ubican donde las recordaban y hay una concordancia general en las vías principales, pero, alto..que tan extensas no eran ¿verdad? Y las afueras, por las que se paseaba tan agustito ¿por donde quedarán? ¿ Y porqué hay tantos edificios con forma de prisma y fachadas lisas? ¿Dónde demonios coloca la gente sus macetas?
Y la gente, ay, que del revés se han vuelto. Uno de los problemas es que dicha condición ya no se define tan solo por las apariencias físicas, al menos no como a la manera de antaño. Ahora casi todos arrastran consigo una nube de datos invisibles, como si fuera una estela de vapor. Es la nueva aura digital y todos entran en contacto con ella a través de esa especie de cacharritos/amuletos que llevan en los bolsillos, con todas esas pantallas de los hogares y de las oficinas.
Este aura invisible que mencionaba es importantísima. La mayoría tan solo posee ideas vagas acerca de su ubicación, pero es ahí por donde se accede al crédito monetario, a los contactos personales... Ahí, en algún lugar de ese extraño cielo binario (ya sabeis, ceros y unos a tutiplen) residen los datos de tu futura pareja y tu posible trabajo. También puedes obtener reconocimiento (o no, je, je) por los textos que escribes en pantalla y por los archivos que subes.
Porque, cambiando el tercio y hablándole al abuelete, que sepas que subir datos puedes subir y muchos, todos lo hacen y aunque no sean tuyos da igual, so liendre, si ahora la nueva esfera de silicio es como una cornucopia, agarras lo que te de la gana y se lo das a otros, si casi más que la autoría importa la presentación final.
Y para todo esto, viajero de los 30/40 ya puedes olvidarte de consultar a gente mayor, como te parecía que ocurría en tu tiempo. Tu ya eres mayor ¿no? ¿Y acaso tienes alguna zorra y puñetera idea de algo? Por si no tienes los ojitos de la cara bien abiertos, que sepas que la jerarquía de los conocimientos ha experimentado una alteración radical; ahora son los adolescentes y treintañeros los que inventan, enseñan y detentan el prestigio. Mas te vale borrar tu pasado lento, lleno de escritorios de madera y carpetas de cartón gordito y ponerte las pilas.
El secreto mayor de este 2010, claro, es que algunos de tu época son los que realmente mandan, ciertamente, pero son muy poquitos y les favorecieron la fortuna, la familia, los contactos y la falta de escrúpulos. Se dedicaron a esconderse, ganar dinero y vivir a buen recaudo tras los bastidores de las grandes finanzas.
Oirás hablar poquito de ello, tan poquito como del hecho de que el auténtico saber todavía necesita de la transmisión vertical, porque se imparte en facultades sobrecargadas y cuesta esfuerzo y atención. Le exige quema de pestañas al que lo recibe y neurosis al que lo imparte.
Ah, y olvídate de averiguar como funcionan las grandes generalidades y céntrate en tu particularidad específica ¿Has reparado en lo complicada que se ha vuelto la salud? A todos los de tu quinta les rodea otra nube y esta se compone de índices corporales de todo tipo, así como de cada vez más palabras y cada vez más complicadas.
Esos índices los manipulan, marean y masturban las multinacionales de farmacia y los estudios infinitos sobre esto y aquello.
Su único fin, que se sepa, es que te pases todo el tiempo en el ambulatorio, sacando recetas y dejando las aceras despejadas para los que trabajan y tanto hablan por esos trastitos de bolsillo. En fin, procura no correr tanto como ellos, no lo merece.
Dedicado a mis padres y a los de su quinta. Que disfruten los años que les quedan con salud. Un saludo.