La imagen de la izquierda no es mía, es creación de J.R. Mora, que he descubierto gracias al último artículo de Paco Piniella en su blog y en mi opinión es una plasmación cuasiperfecta de lo que muchos venimos pensando desde que a una panda de pensadores se les ocurrió cierta campaña que tiene como objetivo tomarnos por imbéciles a los ciudadanos de a pie.
Como bien dice Joseca, los promotores de la campaña son empresas con “50.000 millones de beneficios en el año 2009 les contemplan. Sí, definitivamente son gente como nosotros.”
Ayer mismo conocíamos una muestra más de este cinismo, cuando a otro lumbreras se le ocurrió que una de las medidas para salir de la crisis es crear más precariedad laboral, para que apenas 24 horas después, otro lumbreras, quizá más ducho a la hora de saber plantear las malas noticias, lo desminitiera.
Pero no nos engañemos, señoras y señores. Los poderosos saben muy bien cómo desviar la atención, tocando ciertas fibras sensibles, para que el pueblo se sienta indignado y me movilice, si, pero hacia otros derroteros o maquillando su ineficacia implementando medidas que la simple lógica dice que no son de primera necesidad.
Pero tampoco pensemos que todos somos víctimas inocentes del sistema y de los ineptos que nos han estado gobernando.
No se ustedes, pero yo conozco a un buen número de personas que están cobrando el subsidio por desempleo y al mismo tiempo “trabajando en B“, así como a unas cuantas pymes que “facturan sin IVA“. Dos pedazos de oxímoron donde los haya. ¿La necesidad de subsistir? Puede, pero en muchos casos no estoy tan seguro de ello.
Ayer por la mañana escuché en el debate de RNE a una oyente quedenunciaba que llevaba 6 años trabajando en la hosteleria sin contrato y no pude evitar pensar en cómo le fue la vida hace 2 ó 3 años, antes de que la curva de nuestra economía se arrastrase por los suelos.
En mi garaje colectivo veo carros cuyo precio de venta no baja de los 30.000 Euros, cuyos dueños recuerdan épocas de opulencia mientras echan 10 Euros en carburante.
Seamos sinceros. La burbuja inmobiliaria tenía que explotar tarde o temprano y algunos se creyeron ricos con fajos de billetes atados con cuerda en el bolsillo, cuando seguían siendo pobres de espíritu.
Por supuesto que a muchos, probablemente la mayoría, están sufriendo diariamente este sinsentido, esta gravísima crisis económica y escuchar a un presidente del Gobierno, que esto no es nada en comparación con la Gran Depresión, como si eso les sirviera para llevar el pan a sus casas. Pero también hay otros que se metieron en jardines que nunca deberían haber pisado.
¿Quién arregla esto? En mi opinión, entre todos, si, pero reconociendo en primer lugar quién es el culpable de qué y a continuación que cada uno haga lo que sepa y deba hacer.