Nosotras no podemos ponernos delante de un tanque israelí y parar la guerra, como tampoco podemos parar un cohete de Hamas. Pero la ciudadanía tiene otras armas y más potentes que nunca, ahora que el dinero es más importante que nunca, o lo único importante. Dejar de adquirir productos de compañías que están detrás del genocidio israelí en Gaza o llenar sus páginas de facebook de mensajes negativos (ahora que para hacer dinero, la red es imprescindible), se ha convertido en un buen método para señalar a los culpables e intentar poner fin a la masacre que vive el pueblo palestino.
La ONG Avaaz ha sido la encargada de aglutinar la acción. 6 bancos, fondos de pensiones y algunas empresas clave invierten en la ocupación ilegal de Palestina. Su objetivo se concentra en la recogida de firmas para enviar cartas a los directivos de estas empresas con mensaje persuasivos como “17 países de la UE han aconsejado a sus ciudadanos no hacer negocios o invertir en asentamientos ilegales israelíes” o “ahora tienen la oportunidad de retirar estas inversiones y cumplir con las leyes internacionales”. Después, animan a los firmantes a pedir lo mismo en los perfiles públicos de estas empresas en las redes sociales.
“Incrementar el costo económico de la opresión puede forjar el camino hacia la paz”, explica Avaaz en su web. Darle donde más duele a la economía israelí es el camino elegido para que los extremistas dejen de sacar provecho político a la invasión. Como no se trata de una guerra entre dos iguales, sino que Israel expolia, ocupa, coloniza, bombardea, ataca y controla -el agua, el comercio y las fronteras- a la población palestina, la acción de la ONG estadounidense se orienta contra empresas que invierten en las ocupaciones israelíes.
Barclays es el mayor inversor mundial en el comercio de armas. Por supuesto, invierte en empresas israelíes de defensa, como ITT Exelis o BAE Systems. También en Unilever, el gigante alimentario holandés. La presión de la ciudadanía contra una de sus sobcontratas, Beigel & Beigel, que producía en un asentamiento israelí en Cisjordania, consiguió que trasladara la fábrica detrás de la Línea Verde marcada en 1949. Su peor inversión es en El-Beit, una compañía de defensa israelí que fabrica drones y sistemas militares con los que Israel bombardea Gaza. Puedes escribir al banco para que deje de patrocinar la muerte aquí.
ABP es un fondo de pensiones público holandés, que invierte en tres grandes bancos israelíes que, a su vez, financian las actividades de los colonos. Molestos con la presión ciudadana, ya han publicado un comunicado en el que aseguran que los bancos respetan la legalidad internacional. Pero ¿y los asentamientos? ¿no son ilegales bajo el derecho internacional? En la línea del poder ciudadano, Avaaz busca frenar sus inversiones con el flujo de comentarios que les saquen los colores en las redes sociales.
La más divertida -entiéndase el tono irónico- es CAT (Caterpillar). Sus excavadoras han destruido ya más de 20.000 casas palestinas y han construido otras tantas en los asentamientos ilegales. ¿Quién invierte en ellos? La Fundación Bill y Melinda Gates, que se dedica también a financiar proyectos de cooperación, investigación y desarrollo en todo el mundo. De hecho, es una fundación de caridad. Ambas actividades no deberían coincidir en la misma empresa. La presión popular ya consiguió que retirara sus inversiones de G4S, una compañía de seguridad que colaboraba en la gestión de las cárceles en la Palestina ocupada. Ahora, pretenden conseguir frenar esta nueva inversión.
Por último, los amigos de Hewlett-Packard. No sólo hacen ordenadores e impresoras, también diseñan sistemas de seguridad, como el que Israel utiliza para controlar los movimientos de los ciudadanos palestinos inocentes. Sus subsidiarias trabajan en los asentamientos ilegales de Cisjordania y ya ha conseguido que la iglesia presbiteriana retire sus inversiones, por falta de principios. Aún queda mucho por hacer.
Puedes firmar la petición a estas empresas aquí.