La regla de oro de la venta: “adaptarse al cliente”. Si no le damos lo que quiere, tenga ello sentido o no para nosotros, el cliente se irá, con justicia, a quien sepa satisfacer su necesidad.
¿Cuánto tarda un comercial en aprender esa certeza? Pues toda la vida. Por razones múltiples, tendemos a juzgar al otro de acuerdo a nuestros intereses y escala de valores. Personalmente, me declaro culpable no irredento de pecados de personalización: haces, dices, ofreces, lo que a ti te apasiona. Y te desconcierta que el otro no lo vea o viva como tu. En todos los órdenes de la vida.
La frase es de Lope de Vega. Que comentó, quinientos años antes que cualquiera de los grandes Gurús de la venta, que es el cliente el que manda. Y aunque la frase puede parecer un pelín despreciativa, yo la interpreto más como una lección de humildad: si el, que era un genio, tenia que adaptarse a sus clientes, nosotros, de genialidad no demostrada, ¿en qué hemos dejado de ser vulgo?
Por cierto, parece que Lope y Cervantes vivieron durante una época en la misma calle. El primero rodeado de alabanzas y elogios, con ingresos millonarios. El segundo sobreviviendo en la pobreza. Mi duda, no se la respuesta ¿mejor ser rico en vida y tercerón en muerte? ¿O al revés?