Revista Religión
[…]Para dar al Redentor una naturaleza humana, Dios eligió a una doncella judía de quince años, llamada María, descendiente del gran rey David, que vivía oscuramente con sus padres en la aldea de Nazaret. María, bajo el impulso de la gracia, había ofrecido a Dios su virginidad, lo que formaba parte del designio divino sobre ella.
Era un nuevo ornato para el alma que había recibido una gracia
Sus últimos artículos
-
El cónclave como espejo del alma: cuando la Iglesia elige, el alma también discierne
-
El adiós al Papa Francisco: Una reflexión sobre la vida, la muerte y la esperanza que no muere
-
La Resurrección de Cristo: El Misterio que Cambió Todo
-
El engaño en el camino de la Santidad y la Única Verdad que Permanece
