Hoy es Halloween y ya tenemos un rato sin "festejarlo" en este blog. Y pensé que eso era algo injusto para mis lectores, sobre todo aquellos que (sean muchos o pocos) se divierten e interesan con aquellos temas que les presento. Casualmente, hace unos días se estrenó, en Netflix, la segunda temporada de Castlevania, la serie basada en el legendario videojuego donde teníamos que matar a Drácula, después de erradicar todos los monstruos y demonios que comandaba. Terminé esta segunda temporada el mismo día que se estrenó (lo sé, qué friki suena eso), y recomiendo totalmente esta serie de capítulos cortos. Y luego de tanto drama gótico, acción paranormal, y un Drácula emo encolerizado, se me ocurrió: ¿qué mejor modo de festejar Halloween que contando quién fue Drácula realmente? Después de todo, probablemente se trata del monstruo más famoso de nuestro tiempo (solo por debajo del mismísimo diablo).
Drácula fue en realidad un monstruo, pero no un vampiro, sino un rey sanguinario adorado en sus tierras hasta nuestros días. No deja de sonar curioso, hasta cómico, que los últimos en saber que Occidente hizo de Drácula la figura icónica del vampiro, fueran los propios habitantes de Transilvania.
Un monstruo muy humano
Escuchar el nombre "Drácula" es sinónimo de imaginar a un conde, un hombre pálido, con una larga capa y vestimenta elegante y, claro está, un par de colmillos. La cultura popular hizo del personaje principal de la novela gótica, Drácula (1897), publicada por Bram Stoker, el estereotipo de la entidad de oscuridad que se pasea entre los mortales, seduciendo, atrapando, asesinando y condenando a la inmortalidad demoníaca del vampiro.
"Para el verdadero creyente, los límites entre la creación de Stoker y el hecho histórico se han vuelto borrosos, como todas las grandes leyendas. Mucha gente cree que el recuento inmortal se basó en una persona real."Explica el investigador de fenómenos paranormales del Comité Italiano para la Investigación de los Reclamos Pseudocientíficos (CICAP, por sus siglas en italiano), Massimo Polidoro, mientras recuerda su investigación en Transilvania en busca del Drácula histórico. En nuestros días, creer en la existencia real de vampiros suena algo anacrónico, pero para muchos no es tan extraño poder imaginar a seres humanos despiadados que, por superstición o por malicia, creían que beber la sangre de sus víctimas ayudaba a preservar la juventud. Eso es, por ejemplo, lo que asegura la leyenda detrás de Elizabeth Bathory, apodada precisamente como "la condesa sangrienta"; se cuenta que esta poderosa mujer, nacida un siglo después del famoso conde transilvano, torturaba a sus víctimas y se bañaba en su sangre con gran regocijo. ¿Podría ser el Conde Drácula un caso de un psicópata similar?
La cultura pop ha hecho que Drácula tenga, literalmente, mil caras distintas. Todas en referencia al Conde vampiro de la ficción literaria más que al gobernante de la época medieval.
Antes de responder esta pregunta, debemos responder quién fue, en primer lugar, el personaje histórico que inspiró a Stoker para crear a su vampiro de ficción: los historiadores están de acuerdo que la principal inspiración de Stoker fue un príncipe de Valaquia (hoy en la actual Rumania), llamado Vlad III. Pero hay algo curioso en el registro histórico, tal como explica el historiador y periodista mexicano, Héctor Chavarría, en su libro Vampiros. Asesinos en serie (2009):Le pusieron el nombre de su padre: Vlad II..., en la línea de sucesión al trono de Valaquia y Transilvania (más allá de la selva, por su etimología latina), él debió ser Vlad III, pero nadie lo llamó alguna vez por ese nombre, salvo quizá en algunos documentos oficiales.Chavarría, también un investigador paranormal, nos explica el por qué, pues Vlad II era miembro de la Orden del Dragón, una orden de caballería católica integrada por nobles y príncipes, lo que hizo que la gente lo conociera como Vlad Dracul, que significa "diablo" o "dragón"; y su hijo, Vlad III, <<fue llamado entonces; Draculea, se pronuncia Draculya; que significa "hijo del dragón o del diablo". Por aquello de la facilidad para pronunciar los nombres, de boga en la política de entonces y en la de hoy, le llamaron Drácula.>> Otro apodo con el que fue muy conocido este príncipe, fue el de Tepes, que significa "estaca" (hoy en día, muchos piensan que éste era su apellido). Sabiendo lo que significaba llamarle Vlad Drácula o Vlad Tepes, no parecen quedar muchas dudas que este hombre no podía ser alguien bueno (cabe aclarar que es poco probable que alguien lo llamara de una o de otra forma en su presencia, tal como también comenta Chavarría en su libro).
Vlad Tepes gobernó en Valaquia en tres ocasiones: en 1448, de 1456 a 1462, y en 1476 durante dos meses. Los tiempos en que este gobernante vivió eran demasiado convulsos, con la amenaza constante de la invasión musulmana del Imperio Otomano, un problema al que Vlad se enfrentó con destacada fiereza. Los historiadores refieren una táctica de terror usada por Drácula para disuadir a los otomanos: el empalamiento. Esta táctica de tortura era una forma mezquina de morir, aplicada en la Europa medieval para castigar a los homosexuales, y usada por Vlad Tepes para enemigos de guerra, prisioneros... e incluso amigos miembros de su corte. Se cuenta que un bosque de empalados funcionó para evitar una batalla con el sultán Mehmed II, quien reconoció la grandeza de Tepes aún teniendo un reinado relativamente pequeño.
A Vlad Drácula también se le atribuye una lucha contra los sajones, alemanes que se habían mudado a Transilvania para convertirse en mercaderes que, con el tiempo, se apoderaron de la región y no permitían que los rumanos entraran a la ciudad sin antes pagar peaje. Vlad se puso del lado de los rumanos.
Pero si existe una leyenda macabra que lo iguala en crueldad a su homónimo de la literatura, es aquella que nos habla sobre cómo acabó con la pobreza en su reinado. Chavarría narra esta historia:
"A causa de un comentario sobre el número de pobres y mendigos que existían en el reino, ordenó que se invitara a todos los mendigos a asistir a una comida ofrecida por él mismo. Al parecer el ágape se ofreció en un enorme galpón de madera y se dice que fue una comida espléndida, como las de la nobleza, con gran abundancia de vino. Todos los mendigos presentes mostraron su agrado y agradecimiento a su alteza mientras se emborrachaban, Vlad luego de verificar que se encontraban todos muy contentos, se retiró discretamente del galpón. Éste fue inmediatamente cerrado y sólidamente asegurado por fuera…
Al sitio se le prendió fuego enseguida y todos los mendigos en el interior murieron asfixiados y quemados."Por más paradójico que a nosotros, que estamos al otro lado del Atlántico, nos pueda parecer, Vlad Tepes es considerado un héroe nacional en Rumania, casi al nivel del legendario Rey Arturo. ¿Cómo es esto posible teniendo en cuenta las atrocidades que cometió? Primero, los rumanos ven en Drácula a un gobernante que vio primero por sus intereses antes que el agrado y la aprobación de los europeos en general, detuvo (momentáneamente) la invasión de los turcos, y su ejército era admirado incluso por sus enemigos. En segundo lugar, las leyendas que circulan alrededor de la figura de Vlad se dieron a conocer sobre todo después de su muerte, tanto por el Imperio Otomano como por parte de las crónicas alemanas; es decir, por parte de los enemigos de Drácula. Los métodos e historias sobre el implacable Vlad Tepes son rechazadas por sus admiradores, o justificadas como males menores y necesarios para que se mantuviera el orden en tiempos caóticos. Drácula se dio a conocer en Europa como el hombre que detuvo al Imperio Otomano, considerándosele un héroe en vida. Esto terminó luego de su muerte. Polidoro reflexiona al respecto:
"Es irónico que el hombre cuyo nombre ayudó a inspirar una de las historias de terror de ficción más famosas de todos los tiempos, escrita en el siglo XIX, fuera también el tema de algunas de las primeras historias de terror impresas en el siglo XV. Y esto también muestra el poder de la propaganda: por un breve momento, había sido el héroe de Europa; luego, después de su muerte, sus enemigos destruyeron su reputación."Hoy, Vlad Tepes es un símbolo nacional, reconocido así oficialmente por el dictador del siglo XX, Nicholae Ceausescu, quien gustaba de compararse con el empalador en grandeza.
Pero luego de conocer la historia de este gobernante rumano, los fans de Drácula (el de las películas y series actuales) se sienten algo desconcertados. Ciertamente la historia de Vlad Tepes suena interesante, pero no parece ser el conde que bebía sangre, ¿o sí? Algunos historiadores modernos, como Radu Florescu, llegaron a asegurar que Vlad remojaba el pan en sangre de sus víctimas empaladas, y algunas imágenes sajonas lo muestran comiendo entre los cadáveres. Lo cierto es que no existe evidencia alguna para corroborar estas historias, y todo parece ser un mito alimentado por la historia vampírica de Stoker, y así lo cree también Héctor Chavarría:
"Los rollos ocultistas atribuidos a Vlad, son una superchería literaria, tampoco hay constancia de que alguna vez haya bebido la sangre de las víctimas que hacía empalar, aunque si se tienen datos precisos de las crueldades que cometió. Como algunos de sus enemigos eran comerciantes alemanes, los hechos de Drácula fueron especialmente consignados en escritos alemanes y en ellos siempre se le tuvo por una persona muy cruel, eso más que otra cosa parece haber influido en Bram Stoker para convertirlo en su vampiro literario."
Se puede decir que este tipo
de grabados alemanes son el
equivalente a las notas sensacionalistas
de periódicos amarillistas actuales.
Durante siglos, los vampiros han sido considerados espíritus malvados de personas muertas, más como fantasmas que como personas, que atacaban los poblados con enfermedades incurables. Esto cambió con el surgimiento de historias góticas del siglo XIX que influenciaron la literatura del terror. La novela, Drácula, fue la corona de este tipo de historias, un éxito que Stoker no pudo ver en vida, pues murió antes que su obra se volviera exitosa. Para los rumanos, la novela de Stoker llegó bastante tarde, pues no hubo traducción a su lengua hasta casi finales del siglo XX. En la actualidad, Drácula es un atractivo turístico que los rumanos han sabido valorar, a la vez que alaban a su héroe como un ícono nacionalista que los protegió de los extranjeros.
Aunque definitivamente no se trataba de un vampiro (pues no existen), hay un elemento de Drácula que seguramente lo hará eterno en la cultura popular occidental: siempre vuelve, listo para cobrar una víctima más.
¡¡¡FELIZ HALLOWEEN!!!
SI TE INTERESA ESTE TEMA
* Vampiros. Asesinos en serie, por Héctor Chavarría, EMU, México, 2009.
* "In Search of Dracula", por Massimo Polidoro, en Skeptical Inquirer, Marzo/Abril, 2006.
* "Staking Claims: The Vampires of Folklore and Fiction", por Paul Barber, en Skeptical Inquirer, Marzo/Abril, 1996.