Revista Libros
Casi nadie supo, que de no haber sido por ella, hoy día no sabríamos ni quien era Garcia Marqués, y Vargas Llosa, seria tal vez un recuerdo en la esquina de algún cigarrillo olvidado.
Y es que las grandes empresas de la literatura necesitaran siempre de mujeres como ella…
Carmen Balcells, hija mayor de cuatro hermanos, criados en las curtidoras y áridas tierras de Santa Fe de Segarra (Lleida), pequeña localidad de la Segarra de solo cincuenta habitantes, donde nació en 1930, en el seno de una familia de pequeños propietarios rurales de un padre inculto pero de una inteligencia tenaz que heredó y de una madre refinada que la obligó a estudiar peritaje mercantil —por si se arruinaban—, de la que se graduó llena de matrículas de honor en 1949.
Y así fue: trabajó de secretaria del gremio textil de Terrassa, hasta que en 1955, la visita de un empresario brasileño que quería hallar un editor en portugués la llevó a conocer al rumano Vintila Horia, que tenía en Madrid, la agencia literaria ACER.
Comenzó con la gestión de los derechos de traducción de autores extranjeros. Posteriormente, sería Luis Goytisolo el primer autor español a quien representó y al que seguiría una larga lista de destacados autores: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Pablo Neruda, Miguel Delibes, Álvaro Mutis, Camilo José Cela, Vicente Aleixandre, Gonzalo Torrente Ballester, Manuel Vázquez Montalbán, José Luis Sampedro, Terenci Moix, Juan Carlos Onetti, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Josep Maria Castellet, Jaume Ferrán y con otros escritores destacados de aquellos años, como los hermanos Ferrater, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Juan Goytisolo, Josep Maria Castellet, Juan Goytisolo, Alfredo Bryce Echenique, Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Isabel Allende, Rosa Montero y Gustavo Martín Garzo, entre otros; y ella se encargó de la representación en Barcelona. Cuando el escritor ganó el Goncourt y se instaló en París (1960) se quedó con su cartera de autores y se instaló por su cuenta. La relación con el poeta Jaume Ferran le permitió ver la literatura por otro lado: la entonces seminal ventana de Seix Barral de los Carlos Barral, Josep Maria Castellet, Jaime Salinas y, sobre todo Joan Petit, hizo que tras estudiar como una entomóloga el sector editorial, vio un campo prácticamente virgen si se ponía a defender los intereses de los escritores, en especial los de aquellos que creía que tenían valía literaria y no podían dedicar todas sus energías a ello por tener que preocuparse de cuestiones materiales. Así captaría a su último Nobel, Vargas Llosa…
En 1961 se casó con Luis Palomares, con quien tres años más tarde tuvo a su único hijo, Luis Miguel Palomares Balcells, que se ha mantenido al margen del negocio familiar, aunque es copropietario de la agencia junto a su madre.
Ella, sin ninguna otra ayuda, logró conformar la mayoría de los que conformarían el nuevo boom latinoamericano, pues parecía poder conseguirlo todo: desde folios para que escribieran, a buscar colegios para sus hijos y organizar fiestas de aniversario pasando por buscar médicos especialistas o incluso adelantar un préstamo para que Ana María Matute pudiera comprarse un piso. Pero no solo era cuestión de factor humano: fue una pionera en su sector, implantando las cláusulas de cesión por tiempo limitado de derechos y dividiéndolos a partir de derechos electrónicos o por adaptaciones al cine o al teatro o televisión. Los editores la temían.
Lo podía controlar todo porque todo lo anotaba en unos ya míticos cuadernos de hojas amarillas cuadriculadas. Esa misma inquietud y afán la llevó a fundar en los setenta RBA, hoy una gran editorial, junto a Ricardo Rodrigo y el editor Roberto Altarriba, de la que simplemente se salió cuando sus socios pasaron a convertirse en directivos en Planeta-De Agostini y a considerar que su posición en la editorial era incompatible con su condición de agente literaria
Luego optó por quedarse con su agencia y sus autores, haciendo de Mamá Grande, como la bautizaron parafraseando un libro de Gabo, en la que creo una súper-agencia, que llegó a tener cuatro decenas de trabajadores, con la que superó nombres todas las espectativas con seis premios Nobel entre ellos: García Márquez, Vargas Llosa, Cela, Miguel Ángel Asturias, Vicente Aleixandre y Neruda, y autores como Cortázar o Manuel Vázquez Montalbán. Ese catálogo fue su mayor gloria y, en estos últimos años, su pesadilla puesto que sobre él acecharon muchos competidores.
En el 2000 despues de recibir la Medalla de Oro de Bellas Artes y ser investida doctora honoris causa por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), retiró temporalmente como Agente Literario después de casi cuarenta años de trabajo en su haber. Su agencia literaria pasó a ser dirigida por Gloria Gutiérrez pero regresó nuevamente a tomar las riendas en el 2008, tras perder a autores importantes como Guillermo Cabrera Infante o Roberto Bolaño, que se marcharon a la agencia del Chacal, Andrew Wylie.
Carmen Balcells falleció el 21 de septiembre de 2015 a la edad de 85 años en su hogar, ubicado la ciudad de Barcelona.