Revista Opinión

Quién me ha robado agosto

Publicado el 26 agosto 2013 por Carmentxu

Hoy reemprendo la campaña de otoño a través de bosques de montañas de hojas muertas y cumbres nevadas de pisapapeles. El 8 de agosto empecé el segundo tramo de vacaciones, esa libertad condicional con fecha de caducidad aun con buen comportamiento, servidas este año en cómodas y efímeras raciones, un bouquet demasiado precioso para engullirlo, incluso saborearlo rápido, que debe consumirse con pausa, separando cada ingrediente en el paladar. Y parece que fue ayer.

Roques
Mientras tecleo en el ordenador, asombrada de que mis dedos aún recuerden el lugar exacto de cada tecla y vayan allí con rapidez y en estricto orden, me llega olor a playa. Lo ha traído el viento durante unos instantes hasta la ventana que abro de par en par para que se enfríe la casa en las primeras horas de la mañana. La brisa se ha materializado ante mis ojos, sustituyendo la pantalla plana en blanco y negro por arenas y azules de tonos infinitos. Es un olor encendido, de hoguera y brasas efímeras que revolotean unos segundos hasta deshacerse en ceniza y mezclarse con las diminutas gotas que saltan también de las olas y salpican en la arena. La crema protectora de coco vino después y lo estropeó todo.

Es lunes. Vuelvo al trabajo. Estoy contenta por ambas cosas, aunque parezca una mentira piadosa que me tomo para el mal del retorno y para prevenir una más que previsible depresión postvacacional. Al igual que a los locos, nadie me cree, lo sé. Hasta a mí me cuesta mientras se desvanece, al igual que las brasas y las gotas en la arena, esa playa limpia que se ha colado por la ventana. Feliz día, feliz semana.


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