Indudablemente estamos ante un libro infantil no al uso. Si tuviera que definirlo con una palabra sería "descabellado". No es que aporte un adjetivo a los libros que leo pero es que Quién pilló al bobo feroz une, desune, dice, desdice y, sobre todo, sorprende. A cada momento. ¿Realmente es una lectura para niños? Desde luego, los pequeños lo van a pasar bien leyéndolo, se van a reír con el lenguaje irreverente que aparece en ocasiones; los más pequeños podrían leerlo con un adulto que les vaya explicando comparaciones y datos que aún no manejan, para entenderlo mejor. Pero no es necesario. También se divertirán con las andanzas de los personajes; los mayores lo disfrutamos, nos sorprendemos con la imaginación de Sergio Vera, capaz de darle la vuelta a los cuentos tradicionales, a las fábulas y a los dichos populares que, depende de quién los diga y en qué contexto, toman otro sentido.
Sergio Vera ha desbrozado los cuentos más conocidos y ha racionalizado la ficción de tal forma que la ha disparatado aún más.
Cuando queremos aludir al origen violento y egoísta del hombre acudimos al consabido dicho de Thomas Hobbes El hombre es un lobo para el hombre. Tras leer este libro nos queda la sensación de que el hombre no necesita comparación pues él solo es quien acosa a los demás, los humilla, los martiriza, los desahucia sin importarle las consecuencias, los mata por orgullo o por venganza, los deja en el paro para que sufran sus rigores y vive a gusto en una sociedad materialista en la que las mentiras de las redes sociales pueden destrozar a los que son diferentes y no se ajustan a la norma.
Y ahí es donde Quentin toma las riendas, deja a Sergio a un lado y narra en primera persona su vida; paradójicamente, aunque pretenda ser real, las personalidades hiperbólicas anuncian cierta ficción, la misma que aparece en los cuentos, tan vacíos de violencia que resultan increíbles.
El mérito del autor es que a pesar de que el libro no se puede racionalizar, por la fantasía que lo envuelve, las acciones pertenecen a la cotidianeidad humana, tal como la percibimos los adultos. Cuentown es un mundo secundario que toma como base la realidad del mundo primario para desbancar el mito literario de los cuentos infantiles. Esto permite que personajes como Chorizo Ibérico y sus hijos Chuleta, Jamón y Morcilla, y programas basura como Sílbame, contengan grandes dosis de verdad. El autor renueva lo cotidiano y nos lo acerca de modo diferente con personajes que ayudan al niño a comprenderse a sí mismo, y al adulto a ser testigo de la miseria humana y de su grandeza.
Y si la historia es profunda y descarada, la forma es inusitada y trepidante, los juegos de palabras son constantes, con diminutivos expresivos "Lobobito", con expresiones diferentes en las que se emplea el mismo significante "como no veía ni torta, se me daba muy bien dármelas. Torta detrás de torta", con rimas consonantes que aumentan el humor "Y estaré medio cegato, / ¡pero te pillo y te mato!", con acrónimos que sirven para negar "impresentación", con expresiones que unen forma y contenido: Pinocho tiene "un nudo de narices", con nombres metafóricos "termina asomado al puente del Desenlace".
Todo contribuye a pasar un rato diferente, loco y divertido donde nada es lo que parece excepto Sergio Vera. Un excelente autor.