Hemos decidido ser breves y concisos, cuatro respuestas a una pregunta, ¿Quién ganará el Mundial? ¿Quién quiere la estrella? El gol de Iniesta en la prórroga de Sudáfrica dio a España su primer gran título Mundial, seis años de alegrías que dijeron adiós en Maracaná. Sede donde el próximo 13 de julio dos equipos se disputarán el cetro, el Oro que solo uno puede levantar. Atrás han quedado potencias como Inglaterra e Italia, España no pudo ante la garra chilena y la juventud, hambre y ánimo de revancha de la Holanda de Van Gaal. México, Colombia, Francia y Costa Rica asombran a todos, Alemania, Brasil y Argentina paso a paso siguen firmes, Uruguay siempre está, la jóven Bélgica, el sorprendente soccer americano o la épica griega... ¿Quién lo conseguirá? Responden Christian Díez (@christiandiez), Cristian Franco (@cristianfranco3), Irati Prat (@Iratipdp21) y unos servidores.
"Se saben adaptar al rival, se saben adaptar al contexto y eso les va a hacer campeones"
(Cristian Franco)
BRASIL. Así de rotundo respondo a las personas que me dicen cuál es la selección que ganará el presente Mundial. Mis argumentos son tanto futbolísticos cómo sentimentales. Empiezo. Brasil ya ha dejado claro que no es la selección que mejor juega al fútbol, ni la que en juego posicional más variedades tácticas tiene, pero es Brasil señores. Es un equipo que tiene arriba dinamita, tiene a Neymar (al mejor jugador de momento del mundial) que es uno de los pocos jugadores (junto a Messi) capaz de ganar un partido él solo, tiene jugadores que pueden salir del banco y pueden cambiar el contexto de un partido y tiene a Scolari. Confío en ellos aunque no me enamore su juego. Es su Mundial y el aspecto sentimental es importante. Aunque la presión según muchos psicólogos puede ser un arma de doble filo, creo que esta sensación, para este equipo lleno de estrellas, les va genial. No fallan. Ganó a Croacia pese a sufrir, empató en un partido complicado ante México y arrasó a Camerún. Brasil sigue su ritmo, su camino con la misma mochila de siempre. Ellos se saben adaptar al rival, se saben adaptar al contexto y eso les va a hacer campeones. Y porque ellos saben que a partir de octavos ya no deberán asumir el dominio del partido, se dedicarán a defender y correr. Verticalidad hacia el título. Esa es la salsa que más dulce le sale a Scolari.
"Una ilusión que lleva horneándose doce años y que se ha sacado del horno este mes de junio"
(Irati Prat)
BÉLGICA campeona del Mundo en Maracaná… Humm, suena muy bien. Pero cuesta imaginarlo, la verdad, aunque los más utópicos de Bruselas, Amberes, Brujas o Lieja lo hacen. Quizá en esta ilusión resida una de las mayores armas de la selección que entrena Marc Wilmots, una ilusión que lleva horneándose doce años y que se ha sacado del fuego este mes de junio consiguiendo un pan tostadito y a la vez crujiente. Junto con esa ilusión que se aprecia en las miles de banderas que posan desde los balcones o que cubren las ventanas de los coches encontramos un elenco de jugadores que brillan en las ligas más grandes del planeta. Tenemos a Hazard, Kompany, Courtois, Fellaini, Mertens, Mirallas, De Bruyne, Lukaku… jugadores jóvenes cuyo Mundial en edad punta será Rusia, si, pero jugadores que ya han demostrado ser capaces de hacer partidos sobrenaturales. Bélgica, además de la ilusión y los buenos jugadores, tiene como tercer arma para campeonar en Maracaná la sorpresa. Ha jugado a un nivel relativamente bajo durante la fase de grupos y aún con ello ha sacado nueve puntos de nueve posibles. Es ahora en eliminatorias donde ver a la mejor Bélgica, aquella que venció en el Maksimir croata, depende de Marc Wilmots. Donde jugar al contraataque ha de ser posible y donde jugar al contraataque deba llevar a los Diablos Rojos hasta su primera Copa del Mundo.
"Es tiempo de demostrar al Mundo que Maradona, por fin, tiene heredero"
(Squadra Eterna)
Era el año 1986 cuando Maradona se ganó el Oro en México. Maradona guiaba a Argentina hacia su último gran título Mundial. Maradona se ganaba entrar en el olimpo de los Dioses, de esos Dioses que con su magia hacen suyo a un país. 28 años después, la edad de los que aquí opinan, un menudo jugador de nombre Leo y de apellido Messi, intenta imitar la épica del Pelusa. La pieza que le falta para entrar en la historia, para que muchos se rindan a su fútbol, Leo lo sabe, Leo lo quiere ganar. ARGENTINA, está es nuestra decisión, con un cuadro favorable donde a priori, y siempre a priori, los sudamericanos son la selección más potente, derecho que se tendrán que ganar en el campo, un país donde se respira fútbol, las calles son un gran Estadio y su gente solo piensa en el balón. La hora ha llegado. Bosnia, Irán y Nigeria ya sufrieron los chispazos del campeón, la magia de Messi. Es tiempo para que Sabella respire aliviado, para que Mascherano, Garay, Gago o Zabaleta arropen a Leo que, brazalete en mano, guie al país donde muchos le criticaron. Es hora de que Higuaín, Di María, Lavezzi o Palacio demuestron que son el mejor ataque de cualquier selección nacional. Es tiempo de albiceleste, es tiempo de demostrar al Mundo que Maradona, por fin, tiene heredero.
"Reencarna el triunfalismo que se añoraba en la selección gala desde el Mundial de 2006"
(Christian Díez)
Lo tengo claro, FRANCIA será campeon. El equipo galo cierra una primera fase con notable alto. Ante Honduras presentó sus credenciales, contra Suiza demostró que los fantasmas de la clasificación eran el pasado y frente a Ecuador, con el billete a octavos en el bolsillo, dejaron pasar los minutos sin desgastarse, otorgando protagonismo a los menos habituales. No merecía la pena extasiarse, los deberes estaban hechos. La receta del éxito es clara. Solidez atrás, creatividad en la medular y talento en los metros finales. Benzema, Valbuena, Griezmann, Giroud, Pogba y el sorprendente Sissoko han dejado su impronta en la primera fase, pero esto no ha hecho más que comenzar. Por encima de todos destaca el gran Karim, uno de los jugadores con más talento de todo el Mundial, que ha asumido esa responsabilidad que tanto le demandaba Francia. Crea, se asocia y marca. Lo tiene todo. Junto a él un loco bajito como Valbuena, que ha levantado el vuelo con la ausencia de la gran estrella del país, Frank Ribery. No hay lamentos, sólo esperanzas. Esta Francia reencarna el triunfalismo que se añoraba en la selección gala desde el Mundial de 2006 cuando alcanzaron la final ante Italia y que sólo el cruel destino les evitó conquistar. No me gustaría acabar sin hablar del maestro de ceremonias, del encargado de toda la maquinaria: Didier Deschamps. Con un bagaje tremendo en su carrera como futbolista y entrenador, el de Bayona ha creado un conjunto en el que prima más el todo que las individualidades. No le ha temblado el pulso a la hora de dejar fuera a hombres importantes como Nasri, siempre pensando en el grupo. Una situación que une, como así se ha visto. Esta selección es presente y futuro. Un futuro que tratará de escribir una nueva página de gloria el próximo domingo 13 de julio.