Hace unos meses Alberto de Mónaco anunciaba el embarazo de su esposa Charlene. Semanas más tarde, un periodista sudafricano y amigo de la familia de la futura mamá anunciaba, por error o no, que estaban esperando la llegada de gemelos. Y es que el primogénito, legítimo, del Príncipe monegasco, será el primero en la línea de sucesión al trono.
Según la ley monegasca, el hombre prevalece a la mujer en la sucesión al trono, igual que en nuestro país, pues sigue vigente mientras no haya una modificación.
El problema es que la Princesa Charlene espera dos hijos varones. En estos casos, los médicos tienen que ir con pies de plomo a la hora de inscribir la hora exacta del nacimiento, pues la sucesión en el trono dependerá de este documento. Si se trata de un parto natural, el heredero al trono será el que nace antes; pero si fuera cesárea, los médicos tendrán que comprobar cuál se engendró antes. Aunque aquí, tradición y ciencia discrepan, puesto que los médicos opinan que el que nace antes no es el que se engendró primero.
Aunque se ha especulado sobre la posibilidad de que el Príncipe Alberto de Mónaco reforme la ley y “se elija sucesor en función de sus cualidades cuando tengan alrededor de 10 años”, pero ¿y quién decidirá cual de los dos hermanos tiene mejores cualidades?; ¿se lo podrán reprochar los hijos en algún momento?; ¿es ético tomar una decisión de este calibre así?
Este caso es el segundo en las monarquías europeas actuales. En el año 2011, Federico y Mary de Dinamarca tuvieron a sus gemelos, Vicente y Josefina; al no haber Ley Sálica en este estado, va antes en la linea de sucesión el niño, puesto que nació 26 minutos antes que su hermana.