Por ValeDeOro
No pude correr en cuatro semanas a causa de la nieve en mi viaje. A pesar de que llegué a Barcelona una semana antes de la media maratón, no tuve fuerza para entrenar por culpa de un resfriado. Ya me había despedido de mi objetivo de terminar la carrera en menos de dos horas. Ya solo quería terminar.
El día anterior a la carrera me sentí todavía más insegura. Será mi fuerza de voluntad suficiente como para terminar esta carrera? Nunca antes había hecho esta distancia (21 km) y la última vez que corrí hace cuatro semanas habían sido tan solo 7 km. Viajar tiene sus méritos, pero a nivel de entrenamiento regular no me había servido de mucho.
Busca a alguien que insista
Estando sola, es posible que no hubiera llegado ni a la salida. No estaba segura de que lo pudiera hacer. Hubiera sido más fácil inventarme alguna excusa para no correr, aunque fuera fingiendo una enfermedad terminal. Dos factores impidieron que mi miedo al fracaso ganara: la presión social y la insistencia de mi pareja.
Medio mundo sabía que iba correr esta media maratón. Lo había comentado a todos los amigos y familiares, creando cierta presión social hacia mi misma. Cómo iba a decirle a mis amigos que a última hora no me atrevia de enfrentarme a la prueba. Pero lo más importante fue la implicación de mi pareja. Mientras yo estaba inventando excusas por si a ultima hora no iba, ella insistió en que llegáramos a Barcelona a tiempo. Se levantó conmigo de madrugada para acompañarme a la salida y se aseguró de que la presión social estuviera presente. ¡Ahora era el momento de que demostrara que sí podía!
Y entonces… ¡corrí!
¡Qué nervios! No pude ni comer de lo nerviosa que estaba. ¿Y si no llegaba al final? ¿Y si mis pies no aguantaban? ¿O mis tobillos? ¿Y si llegaba última?
Finalmente me di cuenta de que estaba exagerando. Iba a terminar esta carrera, aunque fuera andando. Ya que estaba allí, lo haría lo mejor que pudiera. Calenté mis músculos un poquito, puse mi trilla sonora preferida para correr y me dejé llevar por el ritmo de mis pies. En el km 10 me dí cuenta que estaba muy por debajo de los 60 minutos. Mi competitividad se despertó. ¿Iba a ser capaz de terminar en menos de dos horas, a pesar de todo? Me concentré en mi respiración, en correr sin esfuerzo, en aprovechar la gravedad de cada paso, en seguir el ritmo de la música.
En el km 18 faltaban 20 min para que llegara a las dos horas de mi meta recuperada. Tres km en veinte minutos, claro que podía. Decidí ignorar el cansancio que quería subir por mis piernas. Iba terminar esta carrera en menos de dos horas, fuera como fuera.
Metas que inspiran y personas que empujan
Terminé la media maratón en 1:56:49. Fue un recordatorio poderoso de que puedo conseguir cualquier cosa mientras crea en mi misma y tenga el apoyo necesario en los momentos de incertidumbre. Voy a guardar esta sensación de victoria absoluta para los próximos momentos cuando me asalte la duda de si estoy en el camino correcto. Y voy estar atenta en las situaciones en las que mis amigos puedan necesitar un empujoncito para sacar lo mejor de si mismos.