José Juan Rivero*
Sin darnos cuenta hemos llegado al primer día de agosto y sin saber
cómo, ni por qué ya se nos ha pasado medio verano, metiéndonos de lleno en el
mes vacacional por excelencia. Parece que se nos consume el estío poco a poco y
no conseguimos desconectar, el otro día mi compañero en Felicidad Sostenible:
Tony Corredera, hacía una afirmación que me hizo reflexionar sobre la
importancia de cortar con la rutina diaria. Comentaba que es necesario
desconectar para conectar.
Sin duda alguna la vida cotidiana se ha transformado para muchas
personas en un corre y no pares, nos centramos en realizar mil y una
actividades a veces con una programación excelente pero que si en muchas
ocasiones fuésemos espectadores de nuestra propia vida, nos daríamos cuenta que
hasta lo divertido, lo extraordinario y sublime lo convertimos en simple y
ordinario.
Por otro lado, esta misma semana un buen amigo me comentaba: que de sus
largos paseos por la Punta del Hidalgo, nunca le dejaban de sorprender los
maravillosos atardeceres que contemplaba. Es curiosa esta dicotomía, existen
personas que valoran un simple atardecer que sucede cotidianamente y otras sin
embargo no viven sus vidas, aún adornándolas de actividades, agendas repletas,
etcétera.
Si te encuentras en este punto no te queda otra que hacer caso a Tony,
debes de desconectar, estas metido en una dinámica de vida, donde no disfrutas
de cada momento del que vives, y te darás cuenta de que si desconectas y
comienzas a vivir plenamente cada momento de tu vida, conseguirás saborear lo
extraordinario y único.
No te equivoques, esto no implica que como predican algunos la vida va a
ser maravillosa de la noche a la mañana, ni que los problemas desaparecerán,
pero si implica comenzar a transformar tu vida. Es simple pero complejo, y como
si de un gimnasio de crecimiento personal se tratara, debes de comenzar
entrando en contacto con tu momento presente, es decir, reaprender como si
fuéramos niños a saborear los momentos que vivimos, desde un paseo por la playa
hasta el poder disfrutar de una buena comida, o de una conversación con un
amigo, desmarcándote de las prisas, de los miedos, las manías y tantas cosas
que no nos permiten desconectar.
Al mismo tiempo, proponte ir desechando ese lenguaje interior, esa
narrativa en forma de agenda que te va diciendo que hacer en cada momento,
relájate e incluso busca actividades nuevas que conecten contigo. Poco a poco
verás que comenzarás a conectar con tu vida saboreándola.
*Psicólogo general sanitario y
miembro de la Sociedad Española de Psicología Positiva
@jriveroperez