Cuando comenzamos Ango, nuestra temporada de entrenamiento intenso por 3 meses, es normal estar emocionados. Queremos aprovechar cualquier oportunidad para crecer y transformarnos. Esto es muy noble, por supuesto.
Entonces iniciamos comprometiéndonos con la práctica misma y dejamos de lado uno o dos apegos. O también aprovechamos para construir algo, como comenzar a aprender un nuevo idioma o hacer ejercicio. Lo vemos todo como un gran reto y, como estamos tan acostumbrados a ganar, queremos tener éxito.
Y eso es justo lo que no quiero pase. No quiero que tengas éxito en Ango.
Quiero que falles. Que cometas errores, que te enfrentes con Mara todo el tiempo. Quiero que rompas promesas, que no tengas tiempo y que las cosas se pongan complejas.
Quiero que lo que nos hace humanos salga a la superficie. Así aprendemos y comprobamos cómo la práctica es realmente necesaria para el cultivo del Buddhadharma.
Desde este lado del Zen, el éxito es solo una construcción de la mente humana.
Lo que buscamos es que la vida solo sea y que nos esforcemos un poco para dejar el ego de lado.
Así que no tengas éxito en Ango. Solo hay que navegar las aguas y mirar el paisaje.
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