Creo que desde mis primeras vacaciones en Gandía tengo claro que me caen mejor los catalanes que los italianos. Hay incluso algunos jugadores del Barcelona que despiertan mi simpatía: ¿Quién se negaría a adoptar a “Iniesta de mi vida” cuando deje el fútbol? No sé puede aspirar a tener un hijo mejor ni más pálido. ¿Y qué decir de Xavi? Me enamoré de su juego viéndole llevar la manija de la selección olímpica en Sydney 2000 cuando precisamente derrotamos a los italianos en los cuartos de final. Reconozco que si ganara hoy en Berlín sería el perfecto colofón a su carrera, y me alegraría mucho por él.
Luis Enrique me cae mal, siempre me ha parecido que le falta un hervor, sin embargo no negaré que hay una parte de mí que no puede evitar cierta compasión por él después de haber visto sus ojos llorosos y su nariz ensangrentada tras el codazo de otro italiano, Tasoti.
Guardiola me parece de lejos mucho mejor entrenador que Mourinho, creo que Cristiano es el segundo mejor jugador del mundo actualmente porque, por desgracia, su imaginación no le llega a la de Messi a la suela de los zapatos.
No hay nada que pueda decir en defensa de los peinados de Dani Alves, pero joder, lo admiro porque, con sus limitaciones mentales y todo, se ha zumbado a Bar Rafaeli.
Prefiero la Sagrada Familia a La Almudena. Soy de Madrid, soy madridista pero me considero moderado y abierto de mente.
No me parece de buena educación pitar a ningún himno, pero creo que lo que pasó en la final de copa en el Camp Nou entra dentro de la libertad de expresión y me caen mucho peor y me parecen más peligrosos para la paz social los que desde ambos bandos lo politizan con premeditación y alevosía que los que se expresan a base de silbato.
Con independencia de los independentismos, siento cierta afinidad por el Barca por ser, a día de hoy, un equipo español, y por su estilo de juego ofensivo desde los tiempos de Cruyff en el banquillo. Y, sin lugar a dudas, tengo muchos más amigos culés que de la Juve.
Desde un punto de vista lógico y hasta casi desde un punto de vista sentimental debería alegrarme de que ganase hoy la final el Barcelona. Y sin embargo utilizo conmigo mismo, todas las herramientas que he aprendido como coach, me interrogo y llego a una única conclusión: Deseo que hoy pierda el Barça de todo corazón.
Es un sentimiento irracional y carente de una absoluta empatía con mi entorno cercano. Como un flechazo entre Montescos y Capuletos. Difícil de explicar, hablamos de FÚTBOL.
Hay gente que dice: “yo quiero que gane el fútbol”. Y yo contesto, a ti te gusta el deporte, pero de fútbol ni idea. El fútbol es un sentimiento, y si lo tienes no caben medias tintas, deseas que gane un equipo y el otro pierda, por pasado, por presente, por rivalidad, por lo que sea.
Por eso, por lo que sea, no tengo claro por qué, deseo que esta noche en Berlín el Barça se coma la mierda.