Revista Diario

Quisiera escapar de la depresión

Por Chak
Siempre estoy huyendo. Como esperando que con la velocidad y si no volteo todo desaparecerá. O al menos se alejará de mi. Y corro, cierro los ojos. Me tapo los oídos con la esperanza de que sucedan de que realmente deje de padecer, de sufrir las consecuencias de lo que tristemente hago o dejo de hacer. Así ha sido desde que recuerdo.
Tengo la sensación de que lo que se supone que soy pronto dejaré de serlo. Es decir. Engaño a todos. O eso me parece que hago, pero al final todo se sabe. Todos se dan cuenta de lo mentiroso, lo defraudador que soy. Vendo lo que no tengo y aparento lo que no soy. Así ha sido siempre. Me he vendido como una persona muy inteligente. La verdad es que no es así. Yo mismo me engaño pensando que tengo buenas ideas, que tengo creatividad. Mentira. Y soy mucho dolor por lo que no he hecho, por lo que he dejado de hacer por la maldita depresión que me tiene acabado, adormilado. Cómo pendejo. Y en eso me he convertido. En un pendejo que no hace nada. Que se queda nada más mirando la vida que pasa a su lado, por arriba, por debajo y él solo mira, escucha y siente pena, miedo terror de moverse, de hacer algo por sí mismo.
De ahí que no quería hablar, no quiera escuchar, no quiera escribir nada. Por miedo a lo que salga, toda la mierda acumulada quería tengo en la cabeza, en el corazón. Hace unos días pase la noche en el hospital junto a mi hijo que tenía un cuadro fuerte de estreñimiento. El problema se solucionó fácilmente con un lavado intestinal que provocó una evacuación masiva de toda la mierda que tenía acumulada. Algo así quisiera para mis miedos, mis temores, mis complejos, mis carencias intelectuales, emocionales... Pero no conozco un lavado así.

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