¿Conoces esta sensación? Quieres hacer más cosas, crees que deberías hacer más cosas, pero no hay tiempo. Te despiertas a las 5:30 para hacer algo de ejercicio y desayunar antes de salir disparado a la oficina. Después del trabajo te toca preparar la cena y la comida del día siguiente. De repente ya son las 22h, y ya no hay tiempo para aprender inglés, estudiar, leer, o encontrarte con tus amigos.
Seguro que ahora esperas que te de la receta como añadir aún más a tu día a día, optimizando 10 minutos aquí o 5 minutos allí. Podrías levantarte aún más temprano, aunque así no duermes lo suficiente. Podrías prescindir de una comida al día, como las personas que siguen una alimentación 16/8. Podrías mudarte más cerca a tu lugar del trabajo (poco practicable) o optimizar el trayecto entre casa y trabajo.
O puedes aceptar que la vida no es una partida de Tetris en la que tienes que incluir el máximo de actividades en el menor tiempo posible.
Menos es más, también en tu agenda
La realidad es que todo aquello que recomiendan que hagas, no cabe en un día normal. Quizás quepa en un sábado o domingo sin planes. Si además trabajas, tienes familia y participas en cualquier actividad extracurricular, de repente el día se hace corto. ¡Y esto es normal! ¡En serio!
Si lees que deberías meditar una hora por la semana, correr como mínimo 7km, escribir tres páginas matutinas a mano, preparar tu batido de verduras y seguir un protocolo de duchas frías diarias, espérate un momento. Mírate bien quién lo recomienda y con qué fin. A lo mejor existen vías alternativas para conseguir lo mismo sin tener que levantarte a las cuatro de la mañana.
Por mucho que te estreses, por mucho que optimices, el día seguirá teniendo 24 horas. Y no hay nada que puedas hacer al respeto. La única que sale perdiendo eres tú, al exigirte cambios inmediatos que no se adaptan a ti.
Tienes toda una vida por delante
Mientras tu día solo tiene 24 horas - tu vida es mucho más que la expectativa de hacerlo todo hoy. Si entre semana no tienes la tranquilidad de leer un buen libro, hazlo el fin de semana. Si no tienes tiempo para hacer deporte, meditar y además escribir tu diario, haz una sola cosa, alternando cada día. Y sobre todo, ¡revisa por qué lo estás haciendo! A lo mejor hay otra forma de conseguir lo mismo, sin sacrificar tanto tiempo.
Si quieres mantenerte activa, no hace falta que entrenes para una maratón. Existen mil otras maneras de conseguir este objetivo dentro del tiempo que tengas.
Si necesitas un cambio de aires, no hace falta que te mudes de país. A lo mejor organizando tu espacio o reubicando los muebles consigues sentirte más a gusto.
Si te preocupa tu mal humor o quieres aprender a estar más a gusto con la vida, no hace falta que medites una hora por la mañana. Experimenta con un diario de gratitud o con estrategias de reinterpretar tu día a día.
Tienes toda una vida para convertirte en la mejor versión de ti misma. No hace falta resolverlo todo hoy, sino de asegurarte que estás en el camino correcto. Cada uno hacemos lo mejor que podemos, y a veces sale bien y a veces hay que rectificar. Eso es lo que se llama vida. Lo importante es no dejar de intentarlo - y empezar con cambios pequeños!