Revista Cocina

Quizás tú y yo, podamos llegar a algo

Por Dolega @blogdedolega

2/365 Hilo

Ayer, mientras estábamos de comida familiar estábamos recordando cómo nos habíamos conocido las diferentes parejas. Los mejicanos nos contaban cómo se habían conocido, el primo japonés decía que él no había tenido nunca tiempo para tener una relación medianamente estable y nosotros recordábamos cómo y cuándo nos habíamos conocido.

Pero a la vez, tanto los mejicanos como nosotros, decíamos que había un momento en el que por alguna extraña razón, habíamos decidido darle una oportunidad a esa persona, porque intuíamos que podría generar una relación que durara algún tiempo, sino para siempre.

Lo curioso es que las que relatábamos las cosas éramos las mujeres así que yo no sé si ese momento coincide en las dos partes de la pareja. Como los hombres no se pronunciaron en contra, supongo que sí, pero a mí me queda la duda de si es así.

En mi caso, el detonante de que a lo mejor podríamos llegar a algo fue la siguiente circunstancia.

El Consorte y yo acabábamos de conocernos hacia una ó dos semanas, no más y coincidía que él trabajaba muy cerca de mi casa.

Yo estudiaba en la universidad y me alimentaba de lo poco que guisaba y de una cafetería que tenía cerca de casa y que estaba muy de moda por su terraza, que era una de las más concurridas por aquella época.

Ya me había llamado hacía unos días para invitarme a comer y por supuesto le había dicho que si. Primero porque me gustaba y segundo porque nunca, nunca despreciaba una comida que no tuviera que pagar.

Ya, ya, eran tiempos en que pagaban ellos.

El caso es que ese día me llama.

-Hola, Soy El Consorte

Siiiiiiiiii, siiiiiiiiii, eres lo más, chica, si es que…..

-¿El consorte, que consorte? Ahhhh, si ¡Hola, que tal!

-Hola que digo que si te apetece que comamos juntos, que estoy en la oficina y salgo dentro de media hora a comer.

-Ufff no sé, es que tenía pensado estudiar y no se…

-Pero solo será una hora que es lo que tengo de tiempo, así descansas un rato del estudio y charlamos.

-Mmmmm vale, me vendrá bien descansar un rato, porque estoy saturada de estudiar. Vale, me has convencido. Como quedamos.

-Te paso a buscar en media hora, vale.

-Vale si tardo en bajar es que estoy recogiendo libros y eso, ¿Vale?

-Vale

AHHHHHHHHHH Suelto las pinzas de las cejas, que me estaba depilando, salgo volada al baño, ducha, bragas limpias, perfume, sujetador mono, día de calorcito ya para manga corta, escote corto, VENGA, VENGA….

La verdad es que parece buena persona, además hoy como gratis y bien, además está bueno, además lo puedo invitar a la fiesta de la facultad el finde que viene…

A ver, estás MONIIIIIIISIMA. Vámonos.

Bajo y ya estaba en la puerta esperando en el coche (El coche que se merece cinco posts por méritos propios), me monto, sonrisa seductora, pestañeo…

Nos vamos y aparca en un parque cercano. Nos bajamos y atravesamos el parque hacia el restaurante.

Íbamos hablando animadamente, cuando de pronto sin venir a cuento me pasa el brazo por los hombros y continúa hablando como si nada. Hay que decir que el Consorte me saca unas cuantas cabezas.

Yo me quedo un poco cortada. Estoy a punto de quitarle el brazo sin decirle nada pero dejando claro que confianzas las que yo quiera y ni una más.

Pero en el momento en que giro la cabeza hacia mi derecha para hacer el gesto de quitarle el brazo de mis hombros, veo un hilo que le cuelga de la manga de la camisa.

Juro que lo hice sin querer

Cojo el hilo y empiezo a tirar a la vez que me lo enrollo en el dedo índice de la mano. Venga a tirar, venga a tirar y él hablando y yo tirando del hilo.

De repente veo que la manga, toda la manga, la manga entera, que era corta, hace PLAF y se desprende el cuerpo de la camisa y se escurre por su brazo.

Él, que debió de notar el aire en la piel, mira hacia su hombro y ve que tiene la camisa sin manga. La manga está caída a la altura de su codo y yo lo estoy mirando alucinada y con el dedo índice lleno de hilo.

-¡¡PERO QUE HACES!!

-¡Yo, nada te lo prometo! Es que he visto que tenías un hilo colgando y te lo he ido a quitar y he empezado a tirar y…

Allí estaba frente a mí, el flamante Consorte mirándome alucinado con una camisa monísima con una sola manga porque la otra la tenía en la mano.

Yo me quería morir de vergüenza. Éste sale corriendo y no para, pensaba yo. Venga reacciona, rápido…

-¡Oye, pero dónde te has comprado tú esa camisa! Deberías ir a reclamar porque menuda mierda, qué horror!

-Pues me ha costado una pasta, tienes razón iré a devolverla.

Y seguía mirando la manga en su mano, sin podérselo creer.

-¿¿Pero de qué hilo has tirado??

-Pues de uno que colgaba, yo que sé.

-ok, vamos a ver, como lo hacemos porque así no puedo volver a la oficina, tengo que irme a cambiar a mi casa, ¿me acompañas?

-Uffff que va, eso va a ser mucho lío porque hasta que llegues allí, te cambies y todo, se pasa la hora de comer y tú tienes que volver a la oficina.

-Sí, creo que no tenemos tiempo mejor te dejo en casa y me marcho a cambiar. Oye que lo siento mucho, tenemos que quedar en otra ocasión.

-Bahh ya ves tú, no es nada y oye me llamas cualquier día y quedamos y ya está.

Me deja en casa, me bajo del coche y yo ni quería mirar hacia atrás por no verlo con la camisa con una manga si y otra no, se marcha y yo metida en el ascensor todavía alucinada mirándome el dedo que seguía lleno de hilo enrollado…No se me iba de la cabeza la imagen de él con la camisa sin una manga y su cara de sorpresa.

Tuve que hacerme algo de comer y volver a estudiar, ahora sí de verdad.

Éste no vuelve ni loco y fíjate que me gustaba a mí este chico…

Seis y media de la tarde:

-Rin rin

-Si

-Hola, tú y yo tenemos una comida pendiente, creo. Pero lo podemos convertir en cena si te parece, además me he comprado una camisa que no está cosida, está soldada por si acaso. Perdona es broma.

Este chico promete…


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