Las rabietas infantiles suponen una de las preocupaciones más importantes de los padres primerizos y no tan primerizos. Las rabietas infantiles, normales en el desarrollo de nuestros pequeños, no son más que la muestra del desacuerdo, frustración, enfado, impaciencia o malestar del niño que no sabe expresarse de otro modo que llorando, gritando o tirándose por el suelo.
Las rabietas infantiles forman parte de la normalidad evolutiva de nuestros hijos.
Las rabietas infantiles aparecen sobre los 2 años y suelen desaparecer paulatinamente entre los 5-6. Se producen como respuesta casi automática ante una situación frustrante Se trata de una fase evolutiva en la que el niño va construyendo su propio yo. Durante este periodo el niño tiene un lenguaje muy limitado sobre todo entre los 2 y 4 años, su capacidad de acción está igualmente limitada y esto lo frustra fácilmente en situaciones cotidianas dando lugar a las rabietas infantiles.
Un niño con rabietas es un niño absolutamente normal, no le sucede nada malo, no está enfermo. Un niño con rabietas es un niño sano que está desarrollando su personalidad, estas crisis oposicionistas del “no” a todo por sistema y el “mio, mio” o el “yo solo” no son otra cosa que la expresión de su yo naciente y la necesidad de expresar su propia personalidad.
Empaticemos con ellos, entendamos que para nuestros hijos tampoco es fácil. No nos montan una rabieta porque sí, solo para fastidiarnos el día. Para ellos tampoco es fácil hacerse mayor.
De la normalidad a la problemática. Cuando las rabietas perduran más allá de los 6 años.
Por norma general las rabietas infantiles suelen ir desapareciendo poco a poco a medida que nuestros hijos crecen. A medida que van adquiriendo mayor dominio del lenguaje van a poder expresar mejor sus necesidades y deseos. Junto al desarrollo del lenguaje se da un evidente desarrollo cognitivo y emocional, por lo que las formas de expresión mejoran y las emociones se regulan sin tener que recurrir al berrinche para comunicar el desacuerdo, desagrado o malestar.
No obstante, hay niños que continúan teniendo rabietas más allá de los 5-6 años. Niños que pueden tener rabietas especialmente graves por su intensidad y frecuencia. Son niños con poca tolerancia a la frustración y altamente irritables. Es posible que sean niños que hayan aprendido que mediante las rabietas obtienen lo que quieren o bien nos encontremos con una patología de base.
Sea como sea, si las rabietas de nuestros hijos son especialmente intensas (agrede a los demás o se autolesiona) y muy frecuentes (cualquier negativa lo hace estallar) es el momento de consultar al pediatra o al psicólogo infantil.
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