Controlar el tema de las rabietas en los niños pequeños es más fácil de lo que parece. Sí, lo sé, no se me tiren a la yugular… siempre digo que es más complicado gestionar la educación del niño conforme crece, porque éste se vuelve más complejo, y son más las variables que deben gestionar ellos y gestionar tú, por eso, cuando son pequeños, todo es más sencillo si sabes cómo hacerlo. Ese es uno de mis trucos: aprovechar las oportunidades cuando llegan en su momento, porque a veces hay que enseñar algo más pronto que tarde para que todo el proceso sea más natural y sencillo, pues en caso contrario te verás obligado a enseñar la segunda parte a alguien que todavía no aprendió la primera, y el trabajo es doble.
Todos sabemos que el tema de las rabietas se produce dada una inmadurez emocional de nuestros pequeños ¿verdad?, y que son naturales al proceso evolutivo de su personalidad. Dependerán un poco de su temperamento propio, y otro poco de la evolución propia de una etapa donde aún no saben gestionar adecuadamente sus emociones. Vale, pero que ellos no dispongan aún de recursos emocionales para gestionar esos momentos no significa que nosotros como padres no los tengamos. A menudo es más fácil que nos entiendan si bajamos a ellos en lugar de pretender que suban a nosotros
Sí, yo os propongo hacer uso vosotros de vuestra inteligencia emocional para ayudar a evitar rabietas y para una vez producidas reconducirlas adecuadamente, de tal manera que podamos conseguir reducir al máximo esos momentos durante la etapa en la que se producen, al mismo tiempo que los ayudamos en ese proceso de madurez emocional, hasta llegar a la etapa en la que es posible empezar a dialogar con ellos. Desde luego a nosotros nos ha funcionado, tanto con mi hijo mayor como ahora con la peque.
¿Os cuento mis trucos para cuando empiezan? Como siempre tienen un componente emocional, son trucos que además me sirven para muchas más circunstancias en la educación de mis hijos:
- EVITAR SITUACIONES QUE SEAN ORIGEN DE RABIETAS: a veces no me digáis que no sabéis que algo va a ser origen de una rabieta, ¿verdad? Si tú has dejado jugar al peque con el mando de la tele por ejemplo, el día que quieras ver algo o alguien quiera ver la tele y él quiera jugar con él, va a haber una rabieta si se lo quitas, ¿no? Porque claro, él o ella es muy pequeña para entender cuándo es juego permitido y cuándo no si el instrumento es el mismo… recuerda que todavía no puedes dialogar con ellos para que entiendan muchas cosas. Entonces: ¿no hay juegos más específicos para ellos que el mando de la tele? Evita ciertas cosas que no son para ellos o que en algún momento no les vas a poder dejar cuando ellos quieran. Se trata de evitar confundirlos.
- RECONOCER CUANDO EL AMBIENTE ES PROPICIO PARA UNA RABIETA: esta es la madre de toda inteligencia emocional a mi entender: conocer como se siente uno y tratar de entender cómo se sienten los demás. Uno debe saber con quién trata en todo momento, y reconocer cómo comportarse ante él. Por ejemplo, si quiero hablar de biología molecular lo más seguro es que no hable igual con alguien que entiende del tema que con alguien que no ha estudiado sobre eso nunca. Si tengo a mi jefe enfadado, por mucho que yo lleve la razón, voy a esperar a otro momento adecuado para proponer algo, pero no intento imponer nada en ese momento, ¿no os parece? Pues lo mismo ocurre con los niños. Si hay momentos en los que emocionalmente están predispuestos a una rabieta, tratad de reconocerlos. En el caso de mis dos hijos siempre ha sido el sueño y el cansancio. ¡Así que listo! Detectados esos puntos de inflexión, no voy a dejar que lleguen al punto de no retorno, ¿no? Entonces, lo que hago con la peque es que descanse a las primeras muestras de necesitarlo. Y con mayor, con el que ya se podría dialogar, pero que a veces tampoco se puede porque sería un diálogo de besugos por su cansancio, lo que hago es evitar entrar en conflictos. Si tengo algo que decirle, pues ya lo haré al día siguiente que está más receptivo… Estaréis conmigo que un buen sueño nos predispone a todo con mejor humor.
- TÁCTICA DEL DESPISTE: a veces la rabieta llega porque no has podido hacer uso de ninguna táctica previamente, o simplemente porque tenía que producirse para desahogo del peque… vale, pues asegúrate de tener siempre un método de reserva lo suficientemente novedoso y atractivo como para reconducir la mente del pequeño a un estado de concentración y relajación con él. Vamos, en mi caso es llevar siempre en el bolso algo nuevo: una galleta, un dibujo que le he coloreado y que nunca ha visto… o simplemente jugar a saludar a los coches, o a buscar pájaros. Pero si desde luego ella se quiere parar en medio de la calle y yo me empeño en que ande, pues ahí fijo que va a producirse una rabieta… así que la hago andar sin que sepa que está andando porque va despistada con otra cosa. Como veis, hay que hacer uso de varios trucos a la vez: reconoces el ambiente, evitas y juegas al despiste para que hagan precisamente aquello que no quieren hacer pero que deben hacer.
- PREPARA EL AMBIENTE ANTI-RABIETAS: Siempre que voy a buscar a la peque a la escuelita sale con sueño porque está recién comida y desde que se levantó no ha dormido nada. Nunca quiere montarse en el coche, pero tenemos que hacerlo. Así que antes de intentar montarla, pongo la radio del coche con su CD favorito y ya tengo el ambiente preparado para sentarse sin rechistar. Su padre se quiere saltar siempre ese sencillo punto, y nunca, nunca, consigue sentarla. A veces hay que ser sutil con las invitaciones a que hagan algo, y si el ambiente les gusta no saben negarse
- REDUCE TUS IMPOSICIONES POR MANDATO, PERO IMPONLAS EN CASO DE NECESIDAD: si hago uso de todos los trucos anteriores, no necesito imponer algo a mi hija, ni explicárselo (porque aún es pequeña para ello), así que cuando uno convive con escasas imposiciones con niños, el ambiente es seguro, feliz, relajado, tranquilo… Es como lo que os comentaba de no abusar del ¡NO!, cuando te impones en algo que hay que hacer, lo reconocen pronto porque saben que ahí no cabe otra alternativa. Así que si tiene que ir en brazos porque está lloviendo y no puede ir andando, refunfuña un poco pero enseguida se da cuenta de que ahí no obtiene otra alternativa, y es entonces cuando empiezo a hacer uso de algún truco de los que os comentaba. Como veis, se trata siempre de evitar llegar al punto de no retorno de la rabieta. Pero recordad que los niños necesitan límites, cuanto mejor sepas establecerlos más seguros estarán. No necesitan muchos, solo los suficientes para reconocer por qué terreno pueden moverse. Y si has fijado un límite, ese límite mantenlo firme. A veces querer imponer demasiado nuestro criterio o nuestras necesidades no favorece la convivencia con un niño, pero no ponerlos cuando son necesarios la dificulta igualmente. Si quiere ir por abajo, y tú por arriba, y ambos llegan al mismo lugar prácticamente en el mismo tiempo… pues mira, por allí vamos si quiere. Pero si es necesario algo, lo es, y hay que hacerlo porque no cabe negociación alguna.
- SI ESTÁ EN PUNTO DE NO RETORNO LA RABIETA: ahí no queda más alternativa que paciencia, dejar que se desahoguen y mantenerte firme sin dar otras alternativas, a su lado para cuando estén preparados para ese abrazo, pero a veces verás que sin agobiarlos, porque el descontrol es tal que podrían incluso querer pegar (dependerá del temperamento de vuestro hijo) Pero como eso no se puede permitir, es mejor dejarles el suficiente espacio para no añadir ningún roce más. Cuando son tan pequeños no sirve hablar, pero sí pueden sentir tu cariño a través de tus gestos y tu voz, y la seguridad de que estás ahí para cuando ellos quieran. Incluso cuando son más mayores, en medio de una rabieta no sirve el diálogo. Es mejor esperar para más tarde, cuando todo haya pasado y su cerebro esté más receptivo. Pero si has hecho uso de tu inteligencia emocional previamente, verás que estas ocasiones son las más escasas, así que por eso os decía que es mejor no llegar a este punto.
Nunca, nunca castigues una rabieta. No es algo que controlen cuando está establecida. Aprende a elogiar el hecho de superarla, pero nunca intentes vencerla entregando recompensas de ningún tipo a tu hijo. Si lo haces, tendrás que asumir que tu remedio paliativo traerá aparejados mayores conflictos. Intenta bajar a su nivel para que te comprendan, pero no a su nivel de falta de control emocional: tú no puedes perder el control ni con azotes ni con gritos. Tú eres el que más recursos tienes y el que debe reflexionar sobre cómo ayudarle. Intenta que no pasen del punto de inflexión, y si pasa, paciencia y control por tu parte. Ya llegará el día de que podáis entenderos mediante el diálogo, pero mientras tanto: comprensión, paciencia, respeto y cariño.
¿Algún truco más que podríamos añadir? ¿Gestionáis sus rabietas usando vuestra inteligencia emocional?