El Boca de Borghi experimentó en apenas su segundo partido el primer trago agrio de su corta existencia, ante su propia gente. Sin necesidad de demostrar un repertorio brillante, Racing se ocupó de pegarle el primer cachetazo, en la misma Bombonera, y tras comenzar perdiendo por aquel gol inicial de Viatri, terminó quedándose como dueño del primer clásico del campeonato. Lo que empezó casi como una fiesta por la presencia de Riquelme, de civil, y la celebración de su ya concretada renovación, terminó transformado en un escenario invadido por la preocupación y decepción, obra de Russo y la labor concentrada de sus hombres, pero también por las deficiencias autóctonas que expuso el propio Boca.
El sistema del doble nueve que propone Borghi por ahora sigue dándole más rédito a Viatri que a Palermo. El otrora suplente, hoy compañero de fórmula del capitán, volvió a facturar como en la primera fecha. Fue un inicio prometedor el de Boca, movedizo y con algunos chispazos de lo que pretende el nuevo entrenador, sin pasar apuros ante un Racing poco gravitante. Giovanni Moreno, el refuerzo en el que los de Avellaneda depositan sus esperanzas, no aparecía. Pero se fue deshilachando el funcionamiento xeneize, volviéndose fantasmal, y permitiéndole a la visita recuperarse del mal primer paso. Y apareció el empate de Yacob, en offside, gracias a una pelota parada, el recurso que le había abierto la puerta contra All Boys. Punto de inflexión para el clásico.
Racing corrigió el rumbo, se asentó fuertemente en defensa y creció la figura de Yacob para domar la mitad de la cancha y a Gio Moreno tomar confianza con la pelota. Sus puntas no gravitaron demasiado pero aun así le hicieron pasar algún apuro al trío del fondo boquense. La línea de tres de Boca no comete desinteligencias del calibre de la defensa anterior, no se muestran inseguros, pero igualmente tienen sus errores, quizá porque Cellay, Caruzzo e Insaurralde todavía no están totalmente acoplados.
La Academia realizó su gran negocio al explotar los errores rivales. Así como en el primer acto aprovechó el desajuste del marcaje en el primer gol, esta vez Marcos Cáceres, en el complemento, coronó su sólida performance con un fierrazo para el segundo tanto, cuando a Clemente, al querer salir jugando en el borde de su área, se le quedó la pelota dormida. Un golpe que dejó a oscuras a un Boca seco de creatividad.
Racing redobló sus esfuerzos defensivos, se paró para contragolpear y dejar que Boca fuera víctima de su propia imprecisión y ausencia de inspiración. Escudero no pudo ser el conductor, las bandas no consiguieron profundidad con Méndez y Clemente Rodríguez -se pasó a la derecha y quedó anulado por Licht- y ni apilando a Palermo, Viatri -después salió por el prometedor Araujo, Bichi optó por dejar en cancha al Titán-, Cañete y Mouche logró inquietar el arco de Fernández. Racing no perdió la concentración, se manejó con aplomo, desperdició contras con Hauche y se adueñó de un clásico grisáceo.
óá