A veces dos más dos no es cuatro. En humanidades, es un cliché que se tira sobre la mesa, inherente a una convicción ajena a lo matemático, a la rigidez, a lo predeterminado. En fútbol pasa lo mismo. Pienso en Racing, en la elaboración de un plantel a priori con elementos sustanciales, un grupo de futbolistas heterogéneo, con experiencia y juventud que pese a la ilusión depositada no cumplió las expectativas generadas al inicio de la temporada. El material estaba, sin dudas, lo que no se encontró fue el tan mentado rendimiento. Causas, varias. La elección de Alfio Basile como entrenador, una de ellas. Se apeló a la mística, a un hombre de las entrañas dela Academia, que comprendiera de modo verídico el significado de la camiseta. Basile, tras sus pasos en falso tanto en la selección nacional como su segunda etapa en Boca, jamás dio en la tecla sobre cómo enderezar un barco, no tan hundido como lo encontraron otros, pero que tenía un deber indisoluble: colocarlo luego de varios años en la discusión del campeonato, pelear palmo a palmo. Condiciones tenía. Pero los once de memoria nunca llegaron, los cambios empezaron a surgir y las caras de orto también, si un entrenador no llega al principio a los jugadores, muy difícilmente lo haga después, y si encima los resultados no acompañan, peor, mucho peor.
El mejor ejemplo de lo que le pasó a Racing fueron los colombianos. Teófilo Gutiérrez, un jugador de valía dentro del campo pero impredecible desde todo aspecto apenas salía de la línea de cal, y lo único que se nos viene a la mente es el arma de juguete en el vestuario luego de la goleada sufrida ante Independiente. Giovanni Moreno, otro perfil, también vivió una apretada de la barra y su rendimiento estelar, antes de la lesión ligamentaria sufrida en la cancha de All Boys, lo alejó de aquella imagen forjada por los hinchas. China su exótico y nuevo destino, y apenas dejó en cuentagotas su talento. Una lástima, el refuerzo que había generado más esperanza en Racing en los últimos años se va por la puerta de atrás. La mixtura Gutiérrez – Moreno ilusionaba, pero poco se pudo ver en conjunto. Por un lado Moreno, por otro Gutiérrez. Una suma que pocas veces sumó. Todo tiene que ver con todo, los desniveles en las actuaciones individuales hicieron mella en lo colectivo, o lo colectivo en lo individual, o se combinaron, las eternas preguntas sin responder. Hauche, Toranzo –otro que se va en silencio-, Licht, Pillud, Santander, unos apellidos que, algunos más otros menos, decepcionaron en el devenir de la temporada.
Lo más saliente resultó la llegada de Sebastián Saja, un arquero con personalidad, carácter, técnica y liderazgo, que cubrió un puesto que desde hace años Racing necesitaba. En Avellaneda se tapó ese hueco, el arco, pero la defensa requiere a los gritos diría de la llegada de un marcador central de nivel, con voz de mando, capaz de coordinar una fase del equipo que, especialmente en el Clausura, amén de la llegada de Luis Zubeldía como entrenador, sufrió en demasía. Cahais, Martínez, Aveldaño, Marcos Cáceres, ninguno con la prestancia y firmeza para ser el caudillo de esta zona tan sensible. Se necesita un tipo que llegue, rinda y le otorgue confianza a sus compañeros de zaga. Pensemos en el caso de Rolando Schiavi en Boca, algo así, que sume para sí mismo pero multiplicador también hacia el resto. Tarea nada sencilla. Lo saliente, la irrupción de algunos valores de las inferiores como el caso Centurión, Sainz, Fariña, Zuculini y Sainz, chicos con potencialidades
Tiene la final de la Copa Argentina ante Boca, al menos, tras una temporada en la que nada salió como lo previsto. El karma de Racing parece ser ése, cualquiera sea la época, las de miserias extremas, con desaparición, quiebras, etc, hasta ésta, con más aire, con la posibilidad de incorporar futbolistas de calibre y constituir un equipo con pretensiones, el producto terminado no satisface a lo que la institución ni los hinchas demandan, parece quedar ese gusto agrio, del por qué no sucedió lo que se esperaba. Una renovación se pide a gritos, qué y cómo traer, será la cuestión. Y acoplarlos con los que están para que puedan rendir todos.