Comenzar a trabajar a las nueve y media o puede que a las diez, comer a las dos y media y alargar la comida hasta las cuatro o cuatro y media, volver a trabajar y permanecer en el trabajo hasta las ocho o más allá. Quizás llevarnos trabajo a casa para continuar después, con un dossier, una revisión, etc; no descansar en los fines de semana. Conectarse al correo electrónico y seguir trabajando.
Viajes en fines de semana, u horarios intempestivos, sacrificio, muchas veces innecesario de la vida particular solo por estar en la oficina y ser visto por los jefes, por los clientes, por los compañeros. Esto cuando no se trabaja a turnos cambiantes cada poco con horas crecientes o en periodos incomprensibles y en general otras muchas características que hace que a veces parezca que el horario y el calendario se haga "contra" los que trabajamos más que para favorecer el trabajo y la actividad.Estas son características comunes en el trabajo de muchas personas,
por lo visto más entre los españoles que entre el resto de europeos, que además se consideran valorables y que se buscan en las empresas como un compromiso con la organización que no es tal: Sabemos, de ciencia cierta, que la productividad de los españoles
es menor que la de otros países. ¿Que pasa entonces?Lo que todos sabemos:
muchas horas en el trabajo pero poco trabajar, mucho
despacheo, mucho
pasillito, mucho
cafecito, mucha
conversación y poco producir. Mucho que nos vea y poco trabajar. Esos principios de "presencia" en la oficina a todo momento a costa de una vida privada degenera en esas actitudes comprensibles pero estériles para empresa y negativas para el trabajador ya que ese "tiempo libre" fuera del trabajo que debería ser de descanso y actividades particulares se reducen y tambien la recuperación que permita que el trabajo se realice
de manera más eficiente y mejor.Quienes madrugan y llegan a la oficina temprano, con la "insolente" intención de tener por la tarde algo de vida privada y, también, doméstica, aprecian como el personal no aparece tarde luego el café, el comentario del día, la gracieta en Internet, la liga de fútbol o lo bonito que es el traje que llevas hace que la jornada no comience, de manera evidente hasta cerca de las diez. Algunos jefes ya directamente llegan después de esa hora. Y después, pues la lista antes indicada, trufada de reuniones multitudinarias e inútiles, pérdidas de tiempo y organización deficiente, etc.Existen algunas
iniciativas con la intención de cambiar estos horarios y prácticas tan poco lógicas y, sobre todo, cambiar la percepción de que el que más horas pasa en la oficina es el que más compromiso, sacrificio y trabajo aporta a la empresa. Si contabilizásemos los costes por estrés, dolores físicos, incluso depresión, frustración por lo que acaba siendo una teatralización del trabajo y, además, le incluyéramos los costes ocultos derivados de la falta de concentración por ausencia de descanso veríamos que
no solo no son actitudes positivas sino, y muy al contrario, claramente negativas tanto profesional como personalmente e incluso y en el caso de los funcionarios públicos en términos de
costes energéticos y de prestación de servicio.En Europa y en EEUU se conoce muy claramente este hecho y, además, se ve con malos ojos que el trabajo que se ha definido en hacer en un plazo de tiempo determinado deba alargarse y alargarse de manera continuada:
denota o falta de trabajo o falta de eficiencia.Por eso quiero unirme y pedir que se apoye esta iniciativa de "Racionalización de horarios de trabajo", en este tiempo de crisis donde la productividad pasa no por la mejor organización y más lógica sino por el trabajar más y más barato, pasar más horas y estar, como las funerarias, "siempre abiertos". Con un poco más de lógica y cabeza quizás la vida laboral de todos sería más fructífera, enriquecedora y, sobre todo, eficiente que la que ahora existe.Trabajo si, condena no: Recuerdos del día de mañana.
Imagen:
http://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/505957/04/08/Conozca-diez-normas-para-racionalizar-su-horario-laboral.htmlDespierte el alma dormida, avive el seso e despierte.
A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar.
Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.