Revista Tenis

Rafa Nadal y lo que el ojo no ve

Publicado el 06 julio 2010 por Falcaide @falcaide
Rafa Nadal y lo que el ojo no veLos que seguís este blog sabéis que a menudo me gusta hablar de lo que no se ve, de lo que no es evidente, de lo que pasa desapercibido, del backstage. El pasado domingo nuestro Rafa Nadal se hizo por segunda vez con el campeonato de Wimbledon (en 2008 fue la primera vez) tras derrotar en 3 sets a 0 a Tomas Berdych por 6-, 7-5 y 6-4.
Nadie duda del talento de Nadal, ni de su capacidad de trabajo, ni de su mentalidad ganadora, pero a mí me gustaría detenerme en todos aquellos factores invisibles que rodean ese éxito, y más concretamente en uno: su entrenador, su tío Toni Nadal.
Con fecha 24 de mayo de 2009 publiqué un post en el blog de Aprende del Deporte con el título: Toni Nadal, el liderazgo discreto. Me gustaría reproducirlo, porque si hay algo que enseña la experiencia es que los éxitos siempre son colectivos, y que detrás de cualquier logro destacable hay personas que hacen una labor callada, discreta, poco vistosa... pero tremendamente eficaz (ver post El mito del líder). Lo reproduzco:
«Hace algunas semanas escribí un post titulado: “Rafa Nadal: un embajador de valores”, en el que hablaba de algunas de las principales cualidades que hacen que el jugador manacorí sea a fecha de hoy día el número uno del mundo. Sin embargo, “detrás de un gran deportista siempre hay un gran entrenador”. Hoy quiero detenerme en una figura discreta, anónima y poco vistosa, pero tremendamente importante en la carrera del tenista mallorquín. Él es Toni Nadal, una persona que ha sabido inculcar con su ejemplo muchos valores a su sobrino. Destacamos algunos:
Humildad: En enero de 2004, Nadal se presentó en el Open de Australia después de haber disfrutado su primera final en el circuito, concretamente en Auckland (Nueva Zelanda), instalado ya entre los 50 primeros de la ATP y con la vitola de ser la nueva promesa del tenis mundial. Allí, en Melbourne, Carlos Costa, su representante, se preocupó de buscarle alojamiento en el mejor hotel de la ciudad, el Crown, en la ladera del río Yarra. Cuando Toni descubrió todo aquello, se lo hizo saber inmediatamente:
Rafael no puede ir a ese hotel. Ahí van las estrellas, los grandes jugadores, y él todavía no lo es. Búscanos algo más humilde, como a la categoría actual de Rafael.

El representante comentaba después:
Fue una auténtica lección.

Huyendo de la adulación: El liderazgo es valentía; o dicho de otro manera, sinceridad para decir lo que hay que decir aunque sea duro. Es fácil que los directivos se vean agasajos por sus colaboradores que dicen al jefe lo que le agrada escuchar. Ya decía el artista Pedro Ruiz que “adular es sobornar por los oídos”. Toni, no escurre el bulto y lo que tiene que decir lo plantea sin tapujos. Carlos Costa también contaba la siguiente anécdota:
Estábamos en el hotel tras una dura jornada de entrenamientos y nos disponíamos a salir a cenar, pero Rafael iba todavía con los pantalones del chándal. Queríamos ir a un restaurante bastante selecto y, como es lógico, se exigía cierta etiqueta; así que no podíamos ir vestidos de cualquier manera. Benito (Pérez Barbadillo) le dijo: «Teóricamente no deberían dejarte entrar con esos pantalones; pero eres Rafael Nadal y no creo que te pongan problemas». Entonces, cuando ya casi nos íbamos, Toni detuvo a Rafael y le dijo: «Yo creo que lo más correcto es que subas a cambiarte». Y lo hizo. Lo que yo me pregunto es cuántos tenistas hubieran hecho lo mismo. Y más aún, a cuántos alguien del entorno se hubiera atrevido a decirles aquello.

Austeridad: un concepto que nunca está de “moda” porque a menudo se confunde con algo poco fashion alejado de quienes son verdaderos campeones acostumbrados al lujo. No obstante, Toni no duda:
Para ser feliz hay que ser austero. En esta vida hay que aprender a conjugar el verbo aguantarse. Yo me aguanto, tú te aguantas y él... Y eso es lo que no hace la gente hoy en día. Todo son pegas. Sin darle un concepto religioso, la gente es menos sacrificada. Eso es lo que he intentado transmitirle a Rafael. Le digo: 'Aunque a ti te vayan las cosas muy bien, aunque tengas dinero y éxito, tendrás que aguantarte, porque habrá cosas que no podrás controlar. Morirá un familiar. Te dejará la novia. Y te tendrás que aguantar.

Gracias a esta educación se pueden comprender muchas de las palabras que hoy día salen de la boca de Nadal. En una ocasión el jugador manifestaba:
Mira qué móvil tengo. Creo que es el peor móvil de todos los tensitas españoles. En el circuito muchos se ríen de mí cuando lo ven, pero hace su función; puedo enviar mensajes y tener los teléfonos de mis amigos. No soy de los que necesitan grandes cosas para ser feliz. Hay gente que es feliz levantándose por la mañana y tomándose una Coca–Cola mirando al mar. Y eso cuesta un euro, ya me dirás. En cambio, hay otros que necesitan comprarse un Ferrari para ser felices. Yo no necesito el mejor móvil ni el mejor ordenador, no quiero grandes mansiones o avionetas particulares como algunos deportistas.

Trabajo, no suerte: La opinión de Toni acerca de la importancia o no de la suerte es muy nítida:
Rafael ha sido un chico que se ha exigido mucho, que es muy fuerte mentalmente y que tiene una actitud de vida correcta para lograr sus objetivos. En este deporte, como en cualquier otra faceta de la vida, el trabajo y el sacrificio es lo que puede ayudarte a mejorar. No hay más secretos. Si luchas y te esfuerzas, al final te verás recompensado. La suerte te puede hacer ganar un punto, pero no un partido ni un torneo. Esto hay que tenerlo en cuenta.

El peligro de la fama: La gestión del éxito no resulta casi nunca sencilla, máxime cuando se es el número uno del mundo. En las altas esferas se empieza a vivir en una especie de nube alejada alejada de la realidad que dificulta mucho mantener los pies en el suelo. Aquí Toni tampoco tiene duda:
La fama está muy bien y forma parte del show que te rodea todo esto, pero no es buena. Obliga a compromisos. Te hace vivir en un mundo irreal y es perjudicial porque te quita tiempo a la preparación.

En otra ocasión le decía a su sobrino:
No te pienses que todas esas chicas que se te acercan lo hacen por tu cara bonita o porque eres simpático; lo que ellas quieren es estar con el número dos [ya número uno] del mundo, con el tenista famoso, así que no te creas tan guapo porque yo lo soy más que tú y ninguna va detrás de mí.

Vocación de servicio: El liderazgo tiene una alta vocación de servicio (servant leadership). Liderar consiste en facilitar que los demás alcance objetivos, porque como decía Jack Welch, “son los demás los que hacen que las cosas ocurran”. Toni Nadal, a pesar de su influencia, tanto deportiva como no deportiva, en el éxito de Rafalet (como le conocen en Mallorca), tiene también claro su lugar sin querer protagonismos innecesarios:
Rafael es un jugador con talento, con condiciones y que está dispuesto a trabajar para asimilar lo que tú puedas enseñarle. Soy de los que creo que los entrenadores ayudan a los que tienen cualidades. No conozco a ningún entrenador que sea bueno si el jugador no lo es.
Normalidad: Toni siempre ha intentado que la euforia no se desmadrara y ha intentado preservar la “normalidad” alrededor de la vida de Rafa sin que cayese mucho confeti sobre su cabeza. En diversas ocasiones le ha recalcado:
No eres más que un chico que hace una cosa tan simple como pasar una bola por encima de la red, no te olvides de esto.

Nadal todavía recuerda el año que ganó el campeonato de España alevín de tenis y, delante de toda su familia, cuando celebraban el éxito, Toni sacó un papel del bolsillo y le leyó uno por uno los nombres de los anteriores campeones mientras le preguntaba si los conocía y si alguno de aquellos jugadores había llegado a triunfar en el circuito profesional. La mayoría de nombres eran auténticos desconocidos para Rafa».
Muchas otras cuestiones se pueden apuntar. Las dejo para otro post más adelante y hago una recomendación de libro que merece la pena: “Rafael Nadal. Crónica de un fenómeno” (RBA, 2007), de Jaume Pujol–Galceran y Manel Serras Vila. Y también otro: Nadal, pasión y coraje (LID, 200), de Helena López-Casares; y el business case Rafael Nadal: el campeón y la persona, de Santiago Álvarez de Mon.

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