Hay una película de Rohmer que se llama así, “El Rayo Verde”, que se refiere en una de sus escenas a la célebre novela de Julio Verne del mismo título. De acuerdo con el libro del escritor francés, cuando uno ve un raro destello verde justo en el último instante del atardecer, nuestros propios pensamientos y los de otros se revelan como por arte de magia. Todo esto se basa en un fenómeno óptico real, producido cuando la luz solar incide sobre una superficie plana (generalmente, el mar) y los últimos rayos quedan refractados de forma que sólo llegan hasta el ojo del observador los colores amarillo y verde; pero claro, a Verne le sirvió para montar todo un libro alrededor de la búsqueda de un observatorio idóneo para que el curioso fenómeno de lugar al amor entre una pareja. Y todo lo anterior no tiene absolutamente nada que ver, o sí, con la canción de mismo nombre a la que va dedicada esta entrada, descubierta a principios de noviembre en el jugoso podcast (atentos sobre todo amigos del synth-pop, que las selecciones de este chico son un filón) de Área 51 del Corazón. Se abría con una estupenda canción de (por aquí recién aparecido, con otro tema) Better Person, y alcanzaba su cumbre -creo- en esta pieza irresistible del dúo italiano Il Quadro Di Troisi de la que me confieso perdidamente enamorado desde su primera escucha.
Por partes: Il Quadro Di Troisi es un dúo de art-pop formado por Andrea Noce y Donato Scaramuzzi que ha publicado este año un debut homónimo de lo más interesante, que tan pronto remite a la protoelectrónica de Kraftwerk (hágase click sobre el botón de reproducción al final de esta entrada) como se envuelve en el erotismo latente en las bandas sonoras de los setenta del más austral de los países alpinos (“Non Ricordi” o “Real“). El álbum nació a raíz de la correspondencia entre los dos artistas sobre el fallecido actor y director Massimo Troisi (el de “El Cartero y Pablo Neruda”, para que todos le pongamos cara), de ahí el nombre escogido, y ciertamente hay algo de decadencia latina en estas canciones, una exuberancia de viejo palazzo bañado por el sol que lo aleja de la frialdad teutona que cabría esperar cuando hablamos de música hecha con un sintetizador.
La escucha en Bandcamp está más que recomendada: “Il Guidizio” nos recibe con calidez (en la revisión del disco que hicieron de Pitchfork hablaban de Air, y tienen toda la razón: esta canción es puro “Le Soleil Est Près de Moi”) y a partir de ahí el disco se jalona con joyas sintéticas hipnotizantes como “Intenzioni” o todas las mencionadas en el párrafo anterior. Por no faltar, no falta siquiera el guiño al italo-disco local en la bonita “L’ipotesi” que cierra un álbum que deja con ganas de más. Y esta “Raggio Verde” es, de todas ellas, lo más cerca que ha estado el grupo de un hit: Que no os despiste ese oscurísimo arranque, porque tan pronto como los primeros rayos de luz empiecen a colarse por entre las rendijas de los patrones rítmicos, os descubriréis transportados a un lugar maravilloso en el que sólo es necesario repetir un mantra para ser feliz: “Ra-ggio Ver-de, Ra-ggio Ver-de, Ra-ggio Ver-de…“
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